Reunión en Berlín

Scholz y Macron prometen más armas a Kiev a través de bienes congelados de Rusia

Berlín, París y Varsovia escenifican su unidad pese a los disensos del eje franco-alemán

Scholz y Macron se reúnen en Berlín en medio de tensiones en relaciones franco-germanas

Scholz y Macron se reúnen en Berlín en medio de tensiones en relaciones franco-germanas / EFE

Gemma Casadevall

El anuncio de que se adquirirán más armas y munición para Ucrania y que se emplearán para ello los bienes congelados de Rusia, por parte del alemán Olaf Scholz, y la garantía de que Occidente "no tomará la iniciativa para una escalada", por parte del francés Emmanuel Macron, fueron las conclusiones de la cumbre del llamado Triángulo de Weimar de este viernes en Berlín. La fecha elegida para la cita entre los líderes alemán, francés y el polaco Donald Tusk, los tres países del grupo, era más que estratégica. Coincidía con el primera jornada electoral en Rusia y su propósito era zanjar sucesivos desencuentros del eje franco-alemán que, según medios de los países implicados, evidencian el pésimo momento de sus relaciones bilaterales.

Macron había calentado la cita reafirmando el día anterior que "no puede descartarse" el envío de soldados de la OTAN a Ucrania, lo que rechaza no solo Alemania, sino otros aliados, porque implicaría la participación de la Alianza en una guerra contra Rusia. Scholz lleva días sosteniendo que su país no enviará los misiles de largo alcance Taurus a Ucrania, lo que molesta tanto a París como a Londres --que sí han suministrado a Kiev sus Scarp y Storm Shadow, respectivamente--, además de causar división en su coalición de gobierno entre socialdemócratas, verdes y liberales.

Los tres líderes reactivaron con esta cumbre su Triángulo, que llevaba un año paralizado. El relevo en el poder de Polonia por parte del liberal Tusk, que cerró la larga fase de dominio del ultranacionalista PiS en Varsovia, favorecería el reencuentro. Y de paso lanzaron ahí un mensaje de cohesión en el apoyo a Ucrania en un momento en que en Europa se habla principalmente del propio rearme dentro del bloque comunitario y especialmente en los países fronterizos del flanco este.

Esperando a Ramstein

Scholz se refirió al empleo de los bienes incautados a Rusia para comprar más armas destinadas a Ucrania y que éstas se adquirirán "de forma inmediata en el mercado mundial". No dio más detalles, sino que emplazó este cometido a la reunión del llamado Grupo Ramstein que tendrá lugar la próxima semana y de la que debe salir "una nueva coalición para una artillería de misiles de largo alcance". Dicho grupo ha adoptado el nombre de la base estadounidense ubicada en Alemania, donde se reúnen regularme los titulares de Defensa aliados y de otros países asociados para adoptar medidas de apoyo militar a Ucrania.

Ni Scholz pronunció la palabra "Taurus" ni Macron se refirió al envío de soldados a Ucrania. Ambos temas eran tabú en una cumbre diseñada para exhibir complicidad y cohesión, entre firmes apretones de manos y puños entrelazados. La comparecencia final fue sin turno de preguntas, lo que les evitó cuestiones farragosas.

Por parte de Tusk, quien esta semana se reunió en la Casa Blanca con Joe Biden, quedó claro un tercer mensaje sintetizado en una frase: la necesidad de que Europa "hable con una voz sobre seguridad en nuestro continente". Un mensaje que parecía aludir a la posibilidad de que, de volver Donald Trump a la Casa Blanca tras las elecciones del próximo noviembre, a Europa no le quedará otra que olvidarse del apoyo del gran aliado transatlántico.