Luchas feministas

Mujeres palestinas e israelís se unen en busca de la paz: "Queremos que nuestros hijos sigan con vida"

"Nosotras vivimos en esta tierra y no nos vamos a ir, y ellas viven en esta tierra y no se van a ir, así que la solución pasa por encontrar el lugar donde podamos convivir juntas"

Palestinos desplazados en Rafah.

Palestinos desplazados en Rafah. / Reuters

Andrea López-Tomàs

Tres días antes de que la tierra sobre la que habitan volviera a rugir, centenares de mujeres palestinas e israelíes gritaron basta por enésima vez. Están más unidas de lo que parece. El pasado 4 de octubre, a 72 horas de que Hamás irrumpiera en las comunidades del sur de Israel, matando a 1.200 personas, y de que el Ejército hebreo respondiera con una guerra que ha engullido la Franja de Gaza, ellas se encontraron. Rieron, hablaron, se abrazaron. "Es increíble porque parece de otra vida", reconoce sorprendida Judith Gilbert, de la organización israelí Mujeres por la Paz (Women Wage Peace), desde Jerusalén. Unos cuantos checkpoints más al sur, en la ciudad de Belén, la palestina Marwa Hammad, de la asociación hermana Mujeres del Sol (Women of the Sun), se hace eco del mismo recuerdo. Pero tanta muerte y destrucción las ha hecho más fuertes. 

"Nosotras vivimos en esta tierra y no nos vamos a ir, y ellas viven en esta tierra y no se van a ir, así que la solución pasa por encontrar el lugar donde podamos convivir juntas", afirma Hammad. Desde contextos distintos, pero irremediablemente conectados y separados apenas por decenas de kilómetros y un extenso muro, miles de mujeres palestinas e israelíes son conscientes de la necesidad de reunirse y hablar. Es un imperativo huir del desgarro y el dolor que les han provocado los conciudadanos de las compañeras que se sientan al otro lado de la mesa para evitar que se repita. "No es que seamos un movimiento pacifista"”, afirma con serenidad Gilbert. "Lo que nosotras venimos a decir es que si hay que llegar a un conflicto armado, sea realmente después de haber vuelto del revés cada piedra para encontrar una solución", añade.

"La guerra sólo trae más guerra"

Ahora, con más de 20.000 muertos entre ambos bandos en dos meses y medio de guerra abierta, la urgencia para hallarla es evidente. "Después del siete [en referencia al trágico 7 de octubre], tenemos más claro que nunca que debemos seguir; muchos se equivocaron pero nosotras no nos equivocamos cuando dijimos que esto se va a resolver con un acuerdo político y no con la guerra", explica Gilbert a EL PERIÓDICO, del grupo Prensa Ibérica. "Nadie de nosotras quiere perder a su familia y desea vivir en paz y dignidad, porque la guerra sólo trae más guerra", coincide Hammad. Son miles de mujeres con el mismo reclamo. Con casi una década de trayectoria, las Mujeres por la Paz israelís concentran al movimiento de base más masivo de Israel con 50.000 miembros. Las Mujeres del Sol palestinas, en apenas tres años de existencia, han conseguido reunir a unas 3.000 valientes. Antes de la guerra, tenían unas 300 miembros en Gaza.

"La labor con nuestras compañeras palestinas es más importante que nunca para romper una de las barreras psicológicas más grandes que hay en Israel que denuncia que [en el lado palestino] no hay un socio con quien hablar", remarca Gilbert desde una cafetería de Jerusalén. "Nuestro socio son estas 3.000 mujeres palestinas que quieren lo mismo que nosotras: simplemente que sus hijos vivan, y esto se conseguirá a través de acuerdos políticos y no de operaciones militares", afirma. Además, como las escalofriantes cifras de muertos en la Franja de Gaza indican, no són sólo sus hijos quienes perecen, sino ellas mismas. Por eso, como las principales víctimas de cualquier conflicto armado, reclaman una silla en esa mesa de negociaciones a la que los líderes israelís y palestinos no parecen dispuestos a empezar a sacar el polvo.

Feminizar la toma de decisiones

Con casi un siglo de conflicto por una misma tierra, aún por resolver, estas mujeres reivindican que les dejen hablar. Tras infinitos e infructuosos intentos de construir la paz, creen que ha llegado la hora de que se dé una oportunidad a miradas distintas. "Esto sería un cambio enorme en nuestra comunidad, pero ya hemos visto hasta qué punto podemos llegar al apartar a las mujeres y cada vez que empieza una guerra somos nosotras quienes pagamos el precio más elevado", explica Hammad a este diario desde su despacho en las oficinas de Belén. "Para las mujeres, lo principal no son las fronteras ni por dónde va a pasar la línea divisoria, sino cómo va a ser la vida el día después", defiende Gilbert. Para lograrlo, "hay que feminizar la toma de decisiones, hay que poner en relieve la preservación de la vida humana antes que cualquier conflicto armado", añade.

Por eso, en sus discursos, hablan de educación, de salud, de cultura, de arte, de música, de sostenibilidad, de deporte. En un territorio empapado de sangre por distintas generaciones, sus palabras desbordan esperanza y confianza en un mañana mejor. Quiza utópica, pero ellas trabajan para hacer realidad la utopía. "Las mujeres tenemos esa capacidad de mirar más allá y de pensar en el cuidado de la vida humana ante todo; nosotras parimos, nosotros entendemos", constata esta argentina-israelí que vivió 20 años en Barcelona. Desde el 7 de octubre, las Mujeres por la Paz y las Mujeres del Sol están volcadas en el "cuidado mutuo" las unas de las otras. Cuando un mes después de la masacre, se confirmó que una de las fundadoras del movimiento israelí, Vivian Silver, había sido asesinada por Hamás, todas se unieron en el mismo llanto. El primero desde el siete.

Amor por la vida

"Para nosotros como palestinos, no existe la opción de simplemente sentarse y llorar", constata Hammad. El goteo de muertos no se ha detenido ni un momento en los casi 80 días de guerra. En la Franja de Gaza, se cuentan a miles, y en la Cisjordania ocupada, a centenares. "La separación de las dos comunidades por el muro del apartheid ha hecho que muchas mujeres palestinas no sepan quienes son los israelís, sólo los vinculan con los soldados que vienen a sus casas a arrestar a sus hijos", explica la cofundadora de Mujeres del Sol. En sus encuentros, como aquel oasis del 4 de octubre, el primer paso es conocerse. Algunas terminan compartiendo tragedias y llantos con completas desconocidas. No todas son madres pero las une el amor irrefrenable por la vida

Con la paz y el sol por bandera, las mujeres israelís y palestinas van a una en esta lucha. "Yo soy menos de de vincularme a la tierra y a las piedras, y más de crear una vida próspera para las personas que la habitan; al final todo el mundo quiere lo mismo y desearlo diciendo que el otro no lo tenga no tiene ningún sentido porque si el otro no lo tiene, no lo voy a tener yo", defiende Gilbert. "Israel no va a tener paz hasta que los palestinos no tengan paz, y viceversa", concluye. Su simple reclamo es empezar a hablar, hablar hasta que no quede nada por decirse, porque es la vida, tan efímera en esta tierra, lo que está en juego. "Como mujer palestina, estaré destrozada si pierdo a mis hijos, pero igual que cualquier otra madre en el mundo, así que no queremos que nadie se sienta así", resume Hammad. 

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