50 años del golpe en Chile

El papel de Estados Unidos en la caída de Salvador Allende: el otro 11 de septiembre

Peter Kornbluh es el autor de Pinochet desclasificado: Los archivos secretos de Estados Unidos sobre Chile, una investigación concluyente sobre la responsabilidad de la Administración de Richard Nixon en el derrocamiento del Gobierno de la Unidad Popular

El expresidente de EEUU Richard Nixon.

El expresidente de EEUU Richard Nixon. / ARCHIVO

Abel Gilbert

"La derecha quiere desaparecer toda esta historia y poner la culpa totalmente en (Salvador) Allende cuando no fue él quien mató a gente. Fue Pinochet con la ayuda de Estados Unidos en los primeros años". Peter Kornbluh es el autor de Pinochet desclasificado: Los archivos secretos de Estados Unidos sobre Chile, una investigación concluyente sobre la responsabilidad de la Administración de Richard Nixon en el derrocamiento del Gobierno de la Unidad Popular (UP). "Washington ha desempeñado un papel fundamental en el traumático pasado", señala en la introducción de su libro, titulado "El otro 9/11". Y por eso recuerda que, durante tres décadas, antes de que dos aviones embistieran contra las Torres Gemelas en Manhattan, ese día de septiembre remitía a los Hawker Hunter a reacción cuyas bombas impactaron contra el Palacio de La Moneda como "preludio" de la dictadura.

Kornbluh es una autoridad en la materia y por eso el Gobierno del presidente Gabriel Boric le invitó días atrás a la ceremonia durante la cual se lanzó el Plan de Búsqueda de Verdad y Justicia. En Santiago no hizo más que reiterar un aspecto medular de su libro: el intento de socavar la experiencia de la UP se pone en marcha cuando se acercan las elecciones del 4 de septiembre de 1970.

Otro historiador, Alfredo Sepúlveda, puntualiza en La Unidad Popular. Los mil días de Salvador Allende y la vía chilena al socialismo que el presidente norteamericano desató la maquinaria conspirativa aun cuando, dos meses atrás, los informes que había pedido a los departamentos de Estado y Defensa, así como a la misma CIA, reunidos en el National Security Study Memorandum 97, concluían que una eventual victoria de la izquierda en las urnas "no representaba una amenaza a los intereses de Estados Unidos en el país, ni que el equilibrio militar global sería alterado". Sin embargo, Nixon y su principal asesor, Henry Kissinger, "reaccionaron como si Chile fuera una amenaza grave". El jefe de la Casa Blanca fue desde ese momento taxativo. Había que hacer "chillar" a la economía chilena. Allende, dice Sepúlveda, había pasado "de ser una amenaza a un enemigo".

El primer intento de golpe

El intento de golpe de Estado de septiembre y octubre de 1970, que incluyó el asesinato del jefe del Ejército, el general René Schneider, portavoz de la neutralidad militar en las elecciones, fue, subraya Sepúlveda, "insuflado por Washington y la CIA, aunque los chilenos que participaron no fueron robots, sino decididos operadores". Se había intentado impedir la asunción de Allende. La lógica de la Guerra Fría era implacable, incluso cuando existían otras alternativas políticas. Los diplomáticos de carrera estaban en contra de desestabilizar Chile. "Pero Nixon no les hizo caso".

El 14 de septiembre aterriza en Washington Agustín Edwards Eastman, uno de los hombres más ricos de Chile y el dueño del diario El Mercurio, que "había jugado un rol importantísimo" en la campaña opositora a Allende y en la recepción de fondos para la "campaña de daño" que provenían de EEUU. Cuatro días más tarde, Edwards participó de una reunión con la cúpula de la CIA "en la que se discutió una salida militar al problema: la posibilidad de un golpe de Estado". El nuevo presidente no había tomado posesión del cargo y su suerte ya estaba echada. Una comunicación de Kissinger a Nixon detalla una serie de operaciones encubiertas de la CIA: contactos con militares, dinero a los partidos políticos, una operación de propaganda propia.

Ya el 21 de marzo de 1972, The Washington Post dio a conocer una parte de esas acciones. La información provenía de documentos secretos de la International Telephone and Telegraph (ITT), la compañía que poseía el 70% de la propiedad de la telefonía chilena.

La obstinación de Nixon y Kissinger no fue ajena al desenlace. Vino el golpe y, con los años, las relaciones entre Pinochet y Washington atravesaron turbulencias. El tiempo jugó su papel. La desclasificación de papeles secretos ordenada durante los Gobiernos de Bill Clinton y Barack Obama arrojó nuevas evidencias. Los cables de la embajada en Santiago muestran hasta qué punto EEUU seguía en tiempo real el pulso de la conjura que terminó con los días de Allende. "Todavía tiene esperanzas de que postergar una decisión evite el conflicto", se reporta a Washington desde Santiago, el mismo 11 de septiembre. La furia ya se había desencadenado y, se infiere, al Despacho Oval llegaban otras informaciones que no eran necesariamente diplomáticas.

Puntos oscuros

"Nosotros todavía no conocemos lo que el presidente Richard Nixon vio en su escritorio en la mañana del golpe militar y cómo se le informó de que el golpe militar había sucedido", sostuvo hace un mes el veterano el embajador chileno en Washington, Juan Gabriel Valdés. Se debe todavía arrojar luz sobre los fragmentos tachados en negro en los textos desclasificados. "Queremos verlo y poder leerlo para saber exactamente qué sucedió".

En 1974, con la dictadura consolidada, Kissinger se lamenta ante Nixon por las críticas de parte de la prensa estadounidense a los sucesos chilenos. A su criterio, deberían "celebrar" la "caída de un Gobierno pro comunista" y no lamentarse. El presidente responde: "Bueno, nosotros no lo hicimos, no vamos a revelar nuestro papel en este asunto". Su consejero añade: "Les ayudamos a hacerlo creando unas condiciones que lo posibilitaran".

Y esas "condiciones", insiste Kornbluh, habían sido definidas en octubre de 1970, con la sangre todavía fresca del general Schneider. Kissinger tenía entonces una indisimulable inquietud, una y otra vez manifestada al presidente: "que se consolide" el Gobierno de izquierdas y que "el modelo de su éxito se difunda en todo el mundo". Con los años se hizo público el memorando de esa reunión del Consejo de Seguridad Nacional. Kornbluh descubre más tarde notas anexas tomadas por el jefe de la CIA, Richard Helms. Anota lo que Nixon dice: "Si podemos derrocar a Allende, será mejor que lo hagamos".