Pasado colonial

Carlos III, ante el reto de atraer a las minorías étnicas distanciadas de la monarquía

Este sábado tendrá lugar la coronación del nuevo monarca, que tiene como objetivo principal modernizar la monarquía y adaptarla a los nuevos tiempos

Carlos III de Inglaterra, durante una visita a Belfast.

Carlos III de Inglaterra, durante una visita a Belfast. / EP

Lucas Font

La coronación de Carlos III este sábado marcará el inicio oficial de un reinado que tiene como principal objetivo modernizar la monarquía y adaptarla a los nuevos tiempos. El nuevo monarca tratará de dar una imagen menos ostentosa de la familia real, potenciar su compromiso contra el cambio climático y romper con los vínculos que históricamente han unido a la monarquía con una mayoría blanca y protestante en el Reino Unido. El interés por representar una sociedad cada vez más diversa y multicultural buscará revertir los bajos índices de apoyo que la monarquía británica mantiene entre las minorías étnicas, de un 38%, frente al 62% de la población blanca.

Parte de esa diferencia en el apoyo a la monarquía reside en la asociación de la institución con un pasado colonial del que todavía no se ha desprendido. Las reticencias históricas de la Casa Real a la hora de afrontar su implicación directa en el tráfico de esclavos a mediados del siglo XVII han provocado el rechazo de un sector de la población con orígenes en las antiguas colonias. Una implicación que según la historiadora Brooke Newman, que participó en una investigación del diario ‘The Guardian’ sobre el pasado esclavista de la monarquía británica, debería ser reconocida en el reinado de Carlos III, quien ya se ha mostrado dispuesto a hacerlo. 

“Será cada vez más difícil para la corona fingir que no han tenido una implicación y una responsabilidad con el tráfico de esclavos. Carlos III ya ha mostrado públicamente su apoyo a iniciativas a favor de la diversidad y en contra de la desigualdad, así que esta es una oportunidad para dejar una huella y marcar su propio legado histórico”, sostiene Newman, quien considera que más allá de recortar los gastos de la familia real, el nuevo monarca debería dedicar parte de su patrimonio para impulsar una comisión independiente que lleve a cabo una evaluación histórica de los vínculos entre la monarquía y la esclavitud.  

Pasado colonial

A pesar de la voluntad de apertura de Carlos III, el pasado colonial estará todavía muy presente durante la ceremonia de coronación. Una ceremonia cargada de simbolismo y de elementos que recuerdan el imperialismo británico. El profesor Kahinde Andrews, experto en estudios afroamericanos de la Universidad de Birmingham y descendiente de inmigrantes afrocaribeños, no duda en vincular a la corona con un colonialismo racista. 

“Por mucho que en la ceremonia de coronación traten de dar un mensaje de modernidad, sigue siendo evidente que la riqueza de la familia real viene del colonialismo. En el caso de las joyas, han sustituído el polémico diamante Koh-i-Noor [reclamado por países como India o Pakistán] por un diamante procedente de Sudáfrica. Esto muestra lo que representa esta institución”, asegura Andrews, quien añade que los guiños hacia la multiculturalidad del Reino Unido previstos durante la ceremonia son solo pequeños gestos para lavar la imagen de una institución que, sostiene, no puede desvincularse de su pasado. “No hay un futuro antirracista para la monarquía”.

Posibles reparaciones

El escenario de futuras compensaciones económicas por los daños a los países que pertenecieron al imperio británico queda todavía lejos, pero Andrews asegura que sería un primer paso para reparar los errores cometidos y mejorar la popularidad del nuevo monarca entre las minorías más escépticas con la institución. “La familia real cuenta con mucha riqueza derivada del esclavismo, el colonialismo y el imperialismo, que debería ser devuelta. Entregar algunas de las joyas reclamadas por terceros países sería un comienzo, aunque lo realmente importante es que se planteen cómo resolver las desigualdades que ellos mismos han creado en el mundo. Y todos sabemos que eso no va a pasar”.

Newman reconoce la dificultad a la que se enfrenta Carlos III, consistente en mantener la herencia cultural y patrimonial de la monarquía y apostar al mismo tiempo por una modernización. “Existe una dificultad en lavar la imagen de una institución con más de 1.000 años de historia, que en muchos casos se ha basado en la explotación de recursos naturales y humanos de otras partes del mundo para ampliar su riqueza y estatus hereditario”. La historiadora señala que el nuevo monarca deberá ser más proactivo para atraer a las minorías étnicas en los próximos años. “Esperar a que el problema desaparezca o que alguien se haga cargo en el futuro no es una buena opción”, sentencia.

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