El jefe de la Iglesia ortodoxa rusa, el patriarca Kirill, y el coronel Azatbet Omurbekov, conocido como "el carnicero de Bucha" por su supuesta implicación en las matanzas de civiles en esta ciudad ucraniana figuran en la nueva propuesta de sanciones de la Comisión Europea.

Kiril, es un pilar clave y defensor a ultranza del sistema creado por el presidente ruso, Vladímir Putin, y ahora candidato a las sanciones de la Unión Europea (UE) por su apoyo a la invasión rusa a Ucrania.

"No queremos combatir con nadie, Rusia nunca ha atacado a nadie. Maravilla que un poderoso y gran país no haya atacado a nadie, solo ha defendido sus fronteras", ha dicho el jerarca ortodoxo en plena marcha de la campaña militar en el territorio ucraniano.

Kiril, cuyo padre supuestamente bautizó al de Putin, tiene todas la papeletas para convertirse en el primer cabeza de una Iglesia con decenas de millones de feligreses sometido a sanciones internacionales. "El Patriarca tomó personalmente la decisión de ser uno de los ideólogos del sistema político creado por Putin", dijo a Efe el teólogo Serguéi Chapnin, que trabajó durante quince años para el Patriarcado de Moscú.

En su opinión, Kiril se ha convertido en uno de sus principales aliados del jefe del Kremlin "hasta el punto de justificar la guerra en Ucrania".

"Quisiera recordar a los autores de la iniciativas sancionadoras que el patriarca de Moscú y toda Rusia Kiril proviene de una familia que durante decenios fue perseguida por su fe durante la beligerante herejía comunista", afirmó hoy Vladímir Legoida, uno de los portavoces de la IOR, en su canal de Telegram.

Agregó que "hay que desconocer totalmente la historia de la Iglesia ortodoxa para intentar intimidar a su clero y sus creyentes con la inclusión en ciertas listas".

Nacido el 26 de diciembre de 1946 con el nombre secular de Vladímir Gundiáyev, Kiril fue entronizado en 2009.

En total, Bruselas propuso este jueves incluir a 58 individuos y 17 entidades al nuevo paquete de sanciones, que se suman a las dictadas contra 680 individuos y 53 entidades que la UE ha castigado desde el inicio de la invasión rusa a Ucrania, el pasado 24 de febrero.

Las sanciones consisten en la congelación de activos que los individuos y las empresas tengan en la UE y en la prohibición a las personas afectadas de entrar en territorio comunitario.

La reunión, este viernes

En este sentido, los países de la Unión Europea han trasladado a este viernes el debate diplomático sobre la nueva ronda de sanciones contra Rusia, el sexto paquete correctivo y el más polémico pues contempla un veto a las importaciones de petróleo ruso, aunque por fases y con prórrogas para algunos países.

Los Veintisiete tenían previsto celebrar este jueves una reunión a nivel de embajadores ante la UE, que, sin embargo, fue cancelada, por lo que el debate queda retrasado al encuentro ordinario previsto para este viernes.

El objetivo es que las capitales aprueben las sanciones "de aquí al fin de semana", declaró, por su parte, a la emisora France Info la ministra francesa para la Transición Ecológica, Barbara Pompili, cuyo país ostenta este semestre la presidencia rotatoria del Consejo de la UE.

La quinta y última ronda de sanciones comunitarias contra Moscú desde la invasión de Ucrania, aprobada el pasado 7 de abril, rompió un tabú -dada la alta dependencia de la UE de los productos energéticos rusos- al prohibir las importaciones de hidrocarburos de Rusia, con un embargo al carbón a partir de agosto.

Este sexto paquete correctivo que se debate ahora, en reacción a los presuntos crímenes de guerra de Bucha por parte de las tropas rusas, apunta de nuevo a la energía, con el punto de mira en el petróleo ruso.

Aunque la UE le compra a Moscú el 27% del petróleo que consume -unos 74.000 millones de euros en 2021- este normalmente se transporta por barco, al igual que el carbón, y por tanto resulta más fácil de sustituir que el gas, que mayoritariamente fluye por gasoductos.

La propuesta de la Comisión, presentada este miércoles, aspira a prohibir las importaciones de petróleo ruso en la UE seis meses después de la entrada en vigor de las sanciones, mientras que en el caso del petróleo refinado el plazo se amplía a ocho meses.

Pero las sanciones requieren unanimidad entre los Veintisiete. Y la Hungría que gobierna Víktor Orban -el líder de la UE más cercano al presidente ruso, Vladímir Putin- y la Eslovaquia que dirige Eduard Heger -que por el contrario ha enviado sistemas de misiles antiaéreos a Ucrania- ya habían avisado de que rechazarían un embargo al petróleo ruso por el impacto que generaría en sus economías.

Por ello, en la letra pequeña de la propuesta a la que ha tenido acceso Efe, Bruselas ofrece a Budapest y Bratislava una prórroga de un año sobre los otros veinticinco Estados miembros, hasta el 31 de diciembre de 2023, para bloquear esas importaciones.

El ministro de Exteriores húngaro, Péter Szijjártó, aseguró el mismo miércoles que su gobierno no puede aprobar la propuesta, ya que "hundiría" la seguridad energética del país centroeuropeo.

Budapest, que no tiene mar y depende del petróleo de Rusia tanto en suministro como en infraestructura, reclama que al menos las importaciones por tubería queden exentas.

El ministro de Economía de Eslovaquia, Richard Sulik, ha dicho que la única refinería de su país, Slovnaft, necesitaría años para reemplazar el crudo ruso, mientras que su vecina República Checa está "tratando de conseguir un aplazamiento por dos, tal vez tres años", declaró el miércoles primer ministro checo, Petr Fiala, estatus que también querría obtener Bulgaria.

Las polémicas de Kiril

Por otro lado, la trayectoria de Kiril no ha estado exenta de escándalos: en 1997, cuando a la sazón era metropolita de Smolensk y Kaliningrado, el periódico Moskovski Komsomoletsk publicó un artículo sobre la licencia concedida a la IOR para importar libre de impuestos tabaco y alcohol, en el que se llamaba a Kiril el "metropolita del tabaco".

El futuro patriarca no se querelló ni contra el diario ni contra el periodista para evitar, según afirmó el metropolita Iliarión, entonces obispo de Viena y Austria, un escándalo que dañaría aún más a la Iglesia.

La importación libre de impuestos de tabaco y alcohol fue un privilegio que concedió a la IOR el Gobierno del primer presidente la Rusia postviética, Boris Yeltsin, para compensarle las pérdidas que sufrió durante el período comunista, del que finalmente se beneficiaron numerosos intermediarios.

Un regalo, un reloj de pulsera que había recibido hacía unos años, volvió a situar a Kiril en 2009 en el foco de la prensa por motivos ajenos a los religiosos. Durante una visita pastoral a Ucrania la prensa local reveló que se trataba de un Breguet que cuesta la friolera de 30.000 dólares.

Kiril, quien hizo votos de pobreza cuando tomó los hábitos de monje, insistió en que la fotografía publicada por la prensa ucraniana fue un montaje y que con su indumentaria no puede usar reloj de pulsera durante los servicios religiosos.

Pero la misma imagen, con el reloj de marras, fue publicada en a página web oficial del Patriarcado de Moscú.

Nada más difundirse la fotografía, ésta fue retirada por los administradores de la página.

La polémica quizás no hubiera ido más allá si no hubiera sido por que volvieron a publicar la imagen, en esta ocasión retocada: sin el reloj, pero se observaba claramente su reflejo en el barniz de la mesa donde el patriarca apoyaba su brazo.

El año pasado, Putin, que se confiesa creyente ortodoxo, impuso a Kiril la orden de San Andrés, la mayor distinción del país. "Somos conscientes de que vivimos en un país feliz (...). Hoy Rusia avanza por su senda histórica con una gran reserva de solidez", dijo el cabeza de la IOR al agradecer la distinción.

Kiril nunca ha escatimado elogios para Putin: en 2012 calificó la elección de Putin como un "milagro de Dios" y al propio mandatario como "el único defensor del cristianismo en el mundo".