La canciller alemana, Angela Merkel, alertó ayer lunes de que el creciente debate en su país en torno a la relajación de las restricciones en la vida social y la actividad económica puede dañar los frágiles avances contra la COVID-19.

Según informan medios alemanes, en una videoconferencia de la dirección de su partido, la Unión Cristianodemócrata (CDU), Merkel se mostró preocupada por la posibilidad de que la premura por reabrir negocios y permitir actos públicos en algunos estados federados dé al traste con la contención de la pandemia. A su juicio, esto eleva fuertemente el riesgo de una recaída, pues transmite a la ciudadanía la sensación de que se ha superado la crisis, lo que conllevaría una relajación de las prevenciones, como la distancia social, el lavado frecuente de manos y las mascarillas.

Algunos "Länder" comenzaron ayer a dar pasos hacia la normalización, aunque con muchas restricciones y medidas de protección. Al tener las competencias transferidas, los "Länder" pueden concretar de forma diferente las líneas generales pactadas, dependiendo de sus necesidades, intereses y efectos de la pandemia en su territorio.

Desde ayer pueden abrir negocios de hasta 800 metros cuadrados y el último curso de la formación obligatoria puede volver a las aulas, aunque en algunos estados federados la medida no entrará en vigor hasta dentro de dos semanas. Las reglas de distanciamiento social, sin embargo, se mantendrán como mínimo hasta el 3 de mayo.

Alemania es uno de los países con más casos registrados, pero con una de las menores tasas de mortalidad. Según los últimos datos del Instituto Robert Koch, centro de referencia en epidemiología, hasta ayer se habían registrado 141.672 infectados y 4.404 muertes.