Argelia celebró ayer sus primeras elecciones presidenciales sin presencia de Abdelaziz Buteflika, en una jornada marcada por la intensidad de las multitudinarias protestas populares y por la baja participación, que a las cinco de la tarde, dos horas antes del cierre de los colegios, era del 33,06%.

"No, aquí no vota nadie. Nadie. Somos demócratas, y por eso solo iremos a las urnas cuando de verdad haya aquí una democracia", explicaba a Efe Hamid, un hombre de 35 años llegado al centro de Argel.

Los manifestantes, que llevan saliendo a la calle todas las semanas desde el 22 de febrero, calificaron de farsa unos comicios en los que los cinco candidatos son personajes vinculados al "antiguo régimen". Buteflika, de 82 años, se vio obligado a dimitir en abril después de haber anunciado su pretensión de aspirar a un quinto mandato, pese a su frágil estado de salud que, en los últimos años, lo ha hecho desaparecer de la escena pública.

La dimisión, sin embargo, no ha abierto un proceso de transición democrática, ya que las riendas del poder siguen estando controladas por el jefe del Estado Mayor, general Ahmed Gaid Salah.

Los manifestantes de ayer lograron recuperar la plaza de la Grand Poste, en Argel, emblema de las protestas, que permanecía cerrada por la Policía desde hace meses y estaba protegida por un robusto cordon policial, roto por la gente.