El expresidente boliviano Evo Morales llegó ayer "sano y salvo" a México, que le ha concedido asilo político, después de un largo periplo por la región debido a la negativa de algunos países a que el avión en el que viajaba atravesara su espacio aéreo. Morales dimitió el domingo por la noche, tras catorce años en la Presidencia, por presiones del Ejército y después de que una auditoría de la OEA denunciara graves irregularidades en las elecciones del pasado 20 de octubre, en las que fue dado ganador por escaso margen en la primera vuelta.

El líder indígena, que prometió continuar su lucha y agradeció la acogida al presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, deja atrás un país en llamas e instalado en el vacío de poder, donde el número de fallecidos se eleva ya a cuatro tras la muerte de un comandante de la unidad de operaciones especiales. El militar murió en un accidente en una autopista de La Paz cuando trataba de controlar unas protestas.

Otra muestra de la violencia que se sigue viviendo en las calles, donde se suman las protestas de detractores y seguidores del expresidente, a menudo enfrentados entre sí, fue la quema y saqueo en la madrugada de ayer de la sede central de la Policía en la localidad de El Alto.

La llegada de Morales a México, donde prometió que "sigue en la lucha", se produjo después de intensas negociaciones con varios países de la región -Paraguay, Brasil, Perú y Ecuador- para usar su espacio aéreo. La gestión fue "como un viaje por la política latinoamericana y cómo se toman las decisiones y los riesgos que se corren", apuntó el canciller mexicano, Marcelo Ebrard.

El expresidente aseguró que el exilio mexicano le "salvó la vida", ya que su vivienda en La Paz fue atacada el mismo lunes. Morales llegó a la capital mexicana acompañado de su vicepresidente, Álvaro García Linera, y de su ministra de Salud, Gabriela Montaño, y presentaba evidentes señales de agotamiento.

En La Paz, entre tanto, los legisladores intentaban llenar el vacío de poder dejado por la cadena de dimisiones que siguió a la presidencial. La vicepresidenta segunda del Senado, Jeanine Añez, denunció un "boicot" de los legisladores del Movimiento al Socialismo (MAS), el partido de Morales, a la sesión convocada ayer en la Asamblea para nombrar un presidente interino. Los diputados del MAS pidieron "las más altas garantías de poder sesionar" y expresaron su temor ante las barricadas levantadas por opositores a Morales junto al Parlamento.