Donald Trump ya se ha cobrado su pieza. Como Barack Obama, que acabó con Osama bin Laden en mayo de 2011, el actual presidente estadounidense puede presumir desde ayer de haber liquidado al terrorista más buscado del mundo: el líder de Estado Islámico (ISIS en sus siglas en inglés), Abu Bakr al Bagdadi. Trump no se prohibió usar ningún calificativo para celebrar la muerte y denigrar al muerto, incurriendo en un lenguaje más propio de un policía de los bajos fondos que de un mandatario en ejercicio. Murió "como un perro, como un cobarde", dijo de Al Bagdadi, casi arrastrando las palabras.

La operación, preparada desde hace dos semanas, se llevó a cabo la noche del sábado en Barisha (noroeste de Siria), en un complejo residencial situado a cinco kilómetros de la frontera con Turquía. Y también tomaron parte en ella seis helicópteros de combate que despegaron desde Erbil, capital de la región del Kurdistán iraquí.

Para acabar con el hombre que declaró en 2014 un califato a caballo de Irak y Siria, sembrando el terror con ejecuciones masivas que dieron la vuelta al mundo, fueron necesarios más de medio centenar de militares de élite de la Fuerza Delta y los Rangers del Ejército estadounidense, que no sufrieron bajas, según dijo Trump.

"Abu Bakr Al Bagdadi está muerto", se arrancó el inquilino de la Casa Blanca, en una declaración a sus compatriotas desde la residencia presidencial en la que no se privó de catalogar al ISIS como "la organización terrorista más violenta y despiadada en todo el mundo" y de proclamar: "Hoy es un gran día para EE UU y para el mundo".

Fue al entrar en detalles -al menos en los detalles que estaba dispuesto a hacer públicos- cuando Trump fue más Trump que nunca. Explicó que Al Bagdadi se suicidó junto a sus tres hijos al detonar el cinturón de explosivos que llevaba adosado al cuerpo, cuando huía por un túnel de la persecución por comandos estadounidenses. "Murió gimoteando, llorando, gritando", subrayó el magnate.

"Su cuerpo quedó mutilado por la explosión, pero los resultados de las pruebas de ADN dieron una identificación innegable y positiva", aseguró el Presidente, que después felicitó a las fuerzas especiales y los servicios de inteligencia estadounidenses por una "operación muy, muy peligrosa". Agradeció, asimismo, la colaboración de Turquía, Rusia, Siria, Irak y los kurdos para localizar al líder del Estado Islámico.

El presidente estadounidense ofreció una detallada y vívida descripción de la misión, que siguió desde la Casa Blanca junto con el vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, y el alto mando militar: "Fue como si estuvieses viendo una película".

Horas antes del anuncio oficial, Trump escribió un enigmático mensaje en la red social Twitter en el que aseguraba: "Algo muy grande acaba de ocurrir". Y ni siquiera avisó a la presidenta de la Cámara de Representantes, la demócrata Nancy Pelosi, para mantener el carácter "secreto" de la misión.

Con la muerte de Al Bagdadi se pone fin a años de persecución de uno de los hombres más buscados por Washington, por cuya cabeza se había ofrecido una recompensa de 25 millones de dólares (22,5 millones de euros). El único vídeo en el que puede vérsele es uno grabado en la gran mezquita de Mosul declarando el califato en 2014.

El anuncio de la muerte de su líder se produce justo después de que Washington haya reducido su implicación en la zona y Trump anunciase la polémica retirada del millar de efectivos estadounidenses desplegados en Siria.

Paralelamente, las milicias kurdas de las FDS informaron de que habían matado a Abu al Hasán al Muhayir, portavoz del ISIS y "mano derecha" de Al Bagdadi, en una operación en Yarablus (norte sirio).