El presidente chileno Sebastián Piñera decidió suspender la subida del billete de metro en Santiago de Chile ante la oleada de disturbios contra una medida impopular, que agrava la precariedad de las clases más castigadas y cuya virulenta contestación es solo la punta del iceberg del malestar social que generan las enormes desigualdades. Las protestas han causado ya tres muertos, en el incendio de un supermercado saqueado y cerca de un millar de detenidos. La capital se encuentra bajo estado de emergencia y con toque de queda, algo que no sucedía desde la dictadura de Pinochet. Estas medidas se aplican también en regiones cercanas a Santiago a las que también se extendieron los disturbios.

Las movilizaciones son una muestra del descontento ciudadano por la carestía y desigualdades del país que, con la subida del precio del billete del metro como punta de lanza, estalló la semana pasada, derivando en violentos disturbios, desde la destrucción de ocho estaciones de metro y la quema de siete autobuses hasta destrozos de mobiliario y multitud de saqueos a comercios y supermercados. Las protestas registran ya tres muertos durante el incendio provocado en el asalto a un supermercado en el sur de Santiago.

Sebastián Piñera anunció la suspensión de la subida del precio del metro en un intento de cortar las protestas. "Vamos a suspender el alza de los billetes de metro, lo que requerirá la aprobación de una ley que debe ser muy urgente hasta que logremos un acuerdo que nos permita proteger mejor a nuestros compatriotas frente a alzas bruscas e inesperadas en el precio del dólar y del petróleo (...) y que son la causa del aumento de las tarifas", explicó el presidente chileno.

El anuncio de Piñera no consiguió, sin embargo, desactivar la protesta. La violencia volvió ayer a las calles, con epicentro en la plaza Italia de la capital, donde hubo enfrentamientos entre grupos violentos y fuerzas de seguridad, en medio de una nueva movilización ciudadana.

La céntrica plaza de Santiago registraba a media tarde la llegada masiva de grupos de gente desde todas las avenidas que confluyen allí, algunos en actitud violenta, lanzando adoquines y piedras a los agentes policiales, tumbando semáforos, señales y destrozando mobiliario urbano. Mientras, otras personas, protestaban pacíficamente con cacerolas.