Austria encara desde ayer un complejo proceso de negociaciones para formar Gobierno, cuyo final no se espera antes del mes de diciembre. Las elecciones del domingo estuvieron marcadas por la brillante victoria del conservador Sebastian Kurz (ÖVP, 38,4% y 73 de los 183 escaños en juego), con una subida de 6,8 puntos respecto a los comicios de 2017. Sin embargo, el triunfo de Kurz es insuficiente para armar un Gobierno estable.

En segundo lugar, a casi 17 puntos porcentuales del ÖVP, quedaron los socialdemócratas del SPÖ (21,5% y 41 escaños), seguidos de los ultraderechistas del FPÖ (17,3% y 32 escaños), los Verdes (12,4% y 23 escaños) y el liberal Neos (7,4% y 14 escaños). La ultraderecha, cuya implicación en un caso de corrupción provocó en mayo la caída de su Gobierno de coalición con Kurz, se desplomó más de diez puntos porcentuales.

Las opciones más claras de Kurz pasan por negociar una coalición con Los Verdes -de los que le aleja su represiva política migratoria- o con los socialdemócratas, con los que el ÖVP ha gobernado en varias ocasiones. Sin embargo, en campaña, el joven Kurz (33 años) dejó claro que sus socios predilectos son los ultras, quienes, aunque sumarían con los conservadores, han adelantado su intención de pasarse a la oposición