El líder del conservador ÖVP, Sebastian Kurz, de 33 años, venció ayer con tanta claridad en las elecciones legislativas austriacas que dispone de tres opciones de alianza para gobernar: repetir con los ultraderechistas del FPÖ, virar 180 grados y aliarse con los Verdes o, incluso, sumar con los socialdemócratas, venidos a menos.

Kurz estaba impresionado: esperaba un buen resultado, pero lo obtenido ayer supera la mejor de sus previsiones: con el 37,2% de los votos y 71 escaños, el joven político, que ya ha sido canciller una vez, saca 5,6 puntos y 9 diputados más que en los comicios de 2017, que él mismo forzó después de ponerse a los mandos del ÖVP y romper el acuerdo de gobierno con los socialdemócratas.

"En mayo fuimos destituidos y el pueblo nos ha vuelto a elegir ahora", dijo Kurz en su primera reacción a los resultados. Su alegría es inversamente proporcional a la de los ultranacionalistas. Con el 16% de los votos, el FPÖ pierde 21 de los 51 diputados que tenía y casi 10 puntos porcentuales de voto, una caída más fuerte de la que vaticinaban los sondeos. Su líder, Norbert Hofer, agachó las orejas: "Nos estamos preparando para la oposición".

El FPÖ sufre así por segunda vez en 15 años un descalabro electoral tras compartir el Gobierno con el ÖVP. Pero esta vez el culpable de la debacle es Heinz Christian Strache, quien hasta mayo fue líder del FPÖ durante tres lustros. Ese mes se filtró un vídeo, rodado con cámara oculta dos años antes, en el que se veía al entonces vicecanciller ofrecer favores políticos a una supuesta empresaria rusa a cambio de dinero. Strache, que está siendo investigado ahora por desfalco, dimitió, y con él cayó el Ejecutivo de coalición.

Los números permiten a Kurz repetir con los ultras. Pero con el FPÖ pendiente de si Strache es detenido, el líder conservador seguramente preferirá cambiar de socio. Por ejemplo, con los Verdes, que en 2017 quedaron fuera del Parlamento y ayer cosecharon el 14% de los votos y 25 diputados. Su líder, Werner Kogler, es escéptico, porque Kurz debería renunciar a la política antiinmigración que le dio la victoria en 2017 y ayer. La tercera opción son los socialdemócratas (SPÖ), que con el 21,8% de los votos y 41 escaños, obtienen el peor resultado de su historia.

Es muy improbable que pueda superarse ahora, con Kurz crecido y el SPÖ hundido, las desavenencias históricas entre los dos partidos. "Hay un 50/50 de posibilidades de que haya una coalición entre ÖVP y FPÖ o entre ÖVP y Los Verdes", explicó Armin Thurnher, fundador y analista del semanario Falter.