"El Alcalde de París nació en Ablaña". Lo había dicho Radio París y el 27 de septiembre de 1978, justo hace hoy 41 años, lo publicaba en primera plana "La Nueva España" -periódico del grupo editorial de FARO-. Otros medios se hicieron eco de aquella noticia que el entonces ex primer ministro galo se encargó de desmentir, juzgándola una "broma extraordinaria" e invitando a todo aquel que tuviera dudas a consultar su partida de nacimiento en el Registro Civil de París. El titular dio, no obstante, para una novela, "Una cita en Arlés", de María Luisa Prada, y para que la novelista asturiana contactara con la única hermana viva de Santiago Cordero Marín, el niño asturiano de la guerra desaparecido en febrero de 1939 al que se había identificado con Jacques Chirac.

Francine Cordero tiene hoy 79 años, vive en Avilés y ayer estaba triste, convencida de que la historia que identificaba al hombre de estado francés con su hermano Santiago, perdido en un camión al pasar la frontera, tras haber sido separado de sus hermanos, era cierta. "Murió sin saber la verdad", insistía ayer en referencia a Chirac.

Francine nació cuando su madre regresó a Asturias, en 1940. Luego sus hermanos Dimas y Manuel volverían de Bélgica, donde se criaron con familias de acogida. Ella creció acostumbrada a la sombra de aquel hijo que Isidra Marín había perdido en Francia. Fue, cuenta ahora, una novia de Manuel que trabajaba en París en una casa de modas de cortadora de patrones la que identificó a Chirac con Santiago el de Ablaña. El cómo y el por qué la modista llegó a aquella conclusión resultan hoy algo difusos. Explica Francine que la novia de su hermano tuvo que conocer bien a Chirac, que era algo que "sabía" y que había unas "manchas de nacimiento" en la espalda que sólo los hermanos podían conocer.

La madre de Santiago siguió buscando a su hijo, que el Estado español daba por desaparecido. Los hermanos insistieron en la vía Chirac, pero, dice Francine Cordero, les amenazaron por teléfono desde París y les dijeron que "en su momento se hablarían las cosas". La familia acabó incluso recurriendo a la televisión, a Paco Lobatón. "Él también revolvió mucho, entrevistó a mi hermano y a mi madre, pero nunca se emitió el programa de televisión. Dijo que había un muro". Quién sabe dónde.