Arabia Saudí acogió anoche una cumbre de la Organización de Cooperación Islámica, en la que participaron 56 países, con el propósito de ampliar sus apoyos contra Irán, tras fracasar en lograr el consenso de sus socios árabes, roto por la disidencia de Irak.

La cumbre comenzó poco antes de la medianoche en La Meca, donde el jueves hubo dos reuniones extraordinarias del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) y de la Liga Árabe con el mismo objetivo. En ambas citas, el rey saudí, Salmán bin Abdelaziz, hizo un duro alegato contra Irán por los sabotajes, hace dos semanas, de un oleoducto saudí y de varios petroleros fondeados en Emiratos Árabes Unidos. El monarca pidió a sus socios árabes que usen "todos los medios" para frenar las "injerencias" iraníes en asuntos árabes. Todos cerraron filas con él, a excepción de Irak, estrecho aliado de Irán, cuyo presidene, Barham Saleh, hizo hincapié en los "peligros" de una posible guerra en el Golfo y abogó por el uso de la diplomacia. Irak rechazó firmar el documento final de la cumbre, condenatorio de Irán.

En paralelo, la Agencia Atómica certificó ayer que Irán sigue cumpliendo las restricciones nucleares establecidas en el tratado nuclear internacional de 2015, pese a haber anunciado hace tres semanas que abandona parte de sus obligaciones.