Los argelinos volvieron a salir en masa a la calle, por séptimo viernes consecutivo, pese a la renuncia, el pasado martes, del anciano y enfermo presidente, Abdelaziz Buteflika, de 82 años. Desde hace semanas los manifestantes exigen una renovación total del régimen mediante una reforma constitucional y elecciones transparentes.

Desde primera hora de la mañana, miles de personas comenzaron a concentrarse en la plaza de la Grande Poste, en la capital, Argel, y en otros puntos de la ciudad, para exigir también la caída de la cúpula del poder que durante los últimos años ha parasitado, protegido y manejado al dimitido presidente. Buteflika renunció presionado por el "hombre fuerte" del Ejército, general Salah, quien pretende una reconducción suave de la protesta sin tener que recurrir a una sangrienta represión de las masas.

En el mismo ambiente de fiesta y civismo que se sucede desde que las protestas comenzaron el pasado 22 de febrero, los manifestantes corearon consignas contra la "triple B", en referencia a los tres políticos elegidos para tutelar la transición hasta las elecciones: el presidente del Senado, Abdelkader Bensalah; el presidente del Consejo Constitucional, Tayeb Belaiz, y el primer ministro y antiguo ministro de Interior, Nouredin Bedaui. Los tres son considerados por los manifestantes como miembros "de la mafia del poder".

Entre tanto, el Ejército mantiene sus declaraciones de apoyo a "las reivindicaciones legítimas claramente expresadas por el pueblo". Así lo hace en un editorial del último número de la revista de propaganda del Ministerio de Defensa, en el que, sin embargo, se alerta de que "ciertas facciones intentan socavar la credibilidad y la imagen de la institución militar", lo que puede generar "efectos adversos".