La escalada de tensión entre Rusia y Ucrania quedó ayer lejos de emprender el camino de la desactivación, tras anunciar Moscú el despliegue de una nueva división de misiles antiaéreos S-400 en Crimea. Con anterioridad las autoridades rusas habían informado de que tres divisiones de misiles S-400 garantizaban ya la seguridad del espacio aéreo de la península, anexionada por Rusia en 2014. Estos sistemas de misiles pueden abatir simultáneamente varios objetivos a una distancia de hasta 400 kilómetros y a una altura de hasta 30 kilómetros.

Desde Kiev, el presidente ucraniano, Petro Poroshenko, expresó su temor a que se desencadene una "guerra abierta y total" entre las dos partes enfrentadas a raíz del apresamiento de tres navíos ucranianos el pasado domingo en el estrecho de Kerch, que enlaza el mar Negro y el de Azov. Poroshenko denunció que Rusia ha intensificado drásticamente su presencia militar en la frontera común, con más navíos en Azov y gran despliegue de efectivos en Crimea.

Desde 2014, recapituló el presidente ucraniano, "el número de soldados se triplicó (en Crimea), el de los blindados se quintuplicó y el de la artillería se multiplicó casi por diez". Kiev y Moscú viven su primera confrontación militar abierta desde la anexión de Crimea por Rusia en marzo de 2014 y el inicio de un conflicto armado en la cuenca del Donbass (este de Ucrania) entre las fuerzas ucranianas y milicias independentistas prorrusas, que ha dejado ya más de 10.000 muertos.

Poroshenko promulgó ayer el decreto que instaura la ley marcial en diez regiones fronterizas con Rusia durante un mes. Las autoridades ucranianas han explicado que la ley marcial, que permite movilizar ciudadanos, regular los medios de comunicación y restringir manifestaciones públicas tiene un carácter esencialmente "preventivo".

Desde Moscú, el presidente Putin defendió el uso de la fuerza por parte de los guardacostas rusos en el mar Negro y aseguró que cumplieron "su deber militar a la perfección y con precisión". En el incidente resultaron heridos tres marinos ucranianos y fueron detenidos 24, de los que 12 fueron condenados el martes a dos meses de prisión preventiva. Putin reiteró la tesis rusa de que el cruce del estrecho de Kerch por los barcos ucranianos -acorde con los tratados vigentes- fue una provocación relacionada con las elecciones presidenciales de marzo, en las que Poroshenko parte mal colocado.

La crisis de Crimea ha dejado en el aire la reunión prevista entre Putin y el presidente de EE UU, Donald Trump, el próximo sábado en Buenos Aires, con motivo de la cumbre del G-20. Trump, que ayer compartió su "profunda preocupación" por las acciones rusas con el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, no descartó dar carpetazo a su prevista reunión con Putin. Un consejero del Kremlin aseguró que ambas partes "necesitan por igual" la reunión, destinada a rebajar viejas tensiones bilaterales.