El presidente ruso, Vladimir Putin, y su homólogo turco, Recep Tayyip Erdogan, acordaron ayer en Sochi (Rusia) la creación de una "zona desmilitarizada" bajo control ruso-turco en la región de Idleb, que permitirá evitar una ofensiva del régimen de Damasco contra el último bastión rebelde de Siria.

La zona, de unos 15 a 20 kilómetros de largo, se pondría en pie el 15 de octubre. Estaría controlada por soldados turcos y policías militares rusos y todos los rebeldes deberían haber retirado de ella sus armas pesadas.

Catástrofe humanitaria

Desde que el Gobierno sirio, apoyado por el ejército ruso, anunció su intención de recuperar Idleb, situada en el noroeste de Siria, Turquía -apoyo de los rebeldes-, advirtió de una posible catástrofe humanitaria en caso de asalto a un territorio poblado por unos tres millones de personas, en el que se ha denunciado la presencia de unos 10.000 guerrilleros de Al Qaeda y del que ya habrían huido decenas de miles de personas.