El Gobierno de la primera ministra británica, Theresa May, remitió ayer a la UE una propuesta temporal para evitar la vuelta a una frontera dura entre Irlanda del Norte e Irlanda tras el "Brexit". El plan llegaría hasta diciembre de 2021, en caso de que no se haya cerrado antes un acuerdo definitivo sobre la salida británica de la UE. La respuesta del negociador jefe de Bruselas, Michel Barnier, fue inmediata y resaltó que el plan no puede ser temporal, aunque aseguró que estudiará el documento.

La propuesta incluida en el plan entraría en vigor, en ausencia de un pacto bilateral previo, a partir de diciembre de 2020, cuando acabe el periodo de transición de 21 meses posterior a la salida británica de la UE, que se efectuará el 29 de marzo de 2019.

La llamada "nota técnica" precisa que, durante el periodo de vigencia de este plan de reserva, el Reino Unido asumiría los mismos aranceles que la UE para garantizar la fluidez comercial y fronteriza. La disposición temporal se aplicaría también a otras dependencias de la Corona, lo que incluye las islas de Guernsey, Jersey y Man, y Londres se reserva el derecho a negociar en ese tiempo acuerdos de libre comercio con terceros países.

La publicación de este documento de seis páginas, que ha sido recibido con cautela no solo por Bruselas sino también por Dublín, estuvo precedida de tensas negociaciones de última hora entre la primera ministra, Theresa May, y su ministro para el "Brexit", David Davis, quien discrepaba de una redacción inicial que carecía de fecha límite y amenazó con dimitir. Finalmente, ambos acordaron establecer el citado límite temporal, si bien el texto es lo bastante ambiguo para dejar la puerta abierta a futuras modificaciones.

Aunque, según diversos analistas, el plan podría servir para evitar los controles fronterizos, no asegura sin embargo la protección de los estándares comerciales del mercado único. Durante los 21 meses de la transición posterior al "Brexit", sí está previsto por el contrario que se mantengan las estructuras comunitarias actuales, a la espera de que se concrete la futura relación bilateral.

En su réplica, el negociador comunitario Barnier anunció que estudiará la propuesta teniendo en cuenta tres preguntas: "¿Se trata de una solución que funciona para evitar una frontera física? ¿Respeta la integridad del mercado único y la unión aduanera? ¿Es un plan para todas las contingencias?".

Por su parte, el ministro de Exteriores irlandés, Simon Coveney, señaló que ahora corresponde a la Comisión evaluar si la propuesta británica es suficiente. "Nuestra preferencia sería un acuerdo general entre el Reino Unido y la UE sobre la futura relación que resolviera todos los asuntos", dijo. "Sin embargo, sigue siendo vital que se acuerde un plan de contingencia legalmente vinculante para proporcionar la certidumbre de que, en cualquier circunstancia, se evitará una frontera física" con Irlanda, añadió.

La decisión debería estar tomada, en principio, antes del Consejo Europeo de los próximos días 28 y 29.