La policía evacuó ayer los dos últimos grandes campamentos de inmigrantes que quedaban en el interior de París, en los que vivían en tiendas de campaña unas mil personas. La pasada semana, en una operación similar, quedó desalojado el mayor campamento de la capital francesa, que daba cobijo a unas 1.500 personas. Los campamentos desalojados ayer se encontraban en los muelles del canal Saint Martin (este) y en la Puerta de la Chapelle (norte).

Las fuerzas del orden y los servicios sociales empezaron a actuar, en un ambiente de calma y sin incidentes, en torno a las 6.30 de la mañana. Los inmigrantes fueron subiendo a los autobuses preparados por la prefectura bajo la atenta mirada de numerosos periodistas.

En un comunicado, la prefectura de la región parisina insistió en que "las personas puestas a resguardo serán objeto de un examen completo y profundo de su situación administrativa por los servicios del Estado". Una forma de indicar, en particular, que se evaluará quiénes pueden optar a una demanda de asilo.

La de ayer es la operación número 35 de evacuación de un campamento de refugiados en la capital francesa desde junio de 2015. Antes de que se llevara a cabo, la cuestión había dado lugar a una polémica política entre el Gobierno, y en particular el ministro del Interior, Gérard Collomb, y el Ayuntamiento de París, que se atribuían mutuamente la responsabilidad de la situación.

El ambiente se había tensado tras la muerte ahogado de uno de los inmigrantes, al caer al canal situado junto a uno de los campamentos, y por una pelea que dejó a otro gravemente herido.

Expulsiones

En Italia, el clima político sigue polarizado en torno a los inmigrantes. Por un lado, la Liga volvió a insistir ayer en que la "mano dura" contra la inmigración es su prioridad. El ministro del Interior, y líder liguista, Matteo Salvini, anunció su voluntad de acelerar las expulsiones y anunció que su país votará no al documento sobre inmigración que debatirá hoy, martes, la UE en consejo de ministros de Interior, al que, por cierto, Salvini no asistirá, porque permanecerá en Italia para participar en la votación de la confianza parlamentaria al nuevo Gobierno.

"Votaremos no al documento que será presentado en la reunión en Luxemburgo sobre la inmigración porque penalizará de nuevo a Italia y a otros países del Mediterráneo a favor de los países del norte y del este de Europa", advirtió. "Italia no puede transformarse en un campo de refugiados", añadió Salvini, quien estima en 500.000 los refugiados que han de ser expulsados.