Los presidentes de Corea del Norte, Kim Jong-un, y Corea del Sur, Moon Jae-in, aceptaron ayer trabajar por la "completa desnuclearización" de la Península. En la última frontera de la Guerra Fría, los líderes de los dos países escenificaron su compromiso con el alivio de la tensión al leer una declaración conjunta que no concreta acciones, pero abona el camino para que a fines de mayo o primeros de junio, Kim y el presidente de EE UU, Donald Trump, se vean las caras y empiecen a negociar, si el diálogo fructifica, medidas concretas sobre la reducción del programa atómico de la dictadura comunista, el levantamiento de las sanciones e, incluso, la sustitución del armisticio de 1953 por un verdadero tratado de paz.

La histórica cumbre fue la primera en varios aspectos. Hacía 11 años que los mandatarios de ambos países no se encontraban. Kim y Moon dieron lectura a la declaración conjunta y hablaron en presencia de los periodistas. Y quizá lo más importante, al menos en lo tocante al simbolismo: Kim se convirtió ayer en el primer miembro de la dinastía comunista que pisa suelo del Sur. Lo hizo al cruzar el bordillo de cemento que señala la línea de demarcación militar que separa a los dos acérrimos enemigos. Pero, como muestra la foto adjunta, el dictador quiso después que el presidente surcoreano cruzara con él hacia el Norte, aunque fuera unos centímetros.

La cumbre se celebró en la aldea de Panmunjom, en la zona de seguridad conjunta entre ambos países, y su balance es la cosecha de gestos de acercamiento que los dos presidentes se prodigaron. También algunas frases. El "no habrá más guerra en la Península coreana" de Moon Jae-in, y el "hemos pasado una página" de Kim Jong-un. Y no menos las alabanzas: en la declaración conjunta, el Sur otorga la condición de "medidas capitales" a dos recientes anuncios del Norte: la congelación de sus pruebas nucleares y de misiles y la clausura de su centro de pruebas atómicas. En reciprocidad, tras la firma del texto, Kim prometió esforzarse por "cumplir lo escrito en la declaración", aunque no usó la palabra "desnuclearización".

Asimismo, las dos Coreas "declaran el final de los 65 años transcurridos desde el armisticio" y apuestan por sustituirlo por "un tratado de paz", aunque eso solo llegará, si llega, con el concurso de Trump y el aliado chino, pues el cese de hostilidades fue firmado en 1953 por las tropas norcoreanas, el ejército de voluntarios chino y EE UU, en representación del comando de la ONU.

Decisión "muy valiente"

"Ha sido una decisión muy valiente por su parte venir hasta aquí", dijo Moon al inicio de la histórica cumbre, cuando se encontró cara a cara con Kim en la línea de demarcación. Y se preguntó cuándo podría devolver él la visita a Kim y viajar al Norte.

"Quizá ahora es un buen momento para que vengas", le respondió el dictador. Y ni corto ni perezoso le cogió de la mano para llevarle al lado norteño de la línea, un gesto improvisado en la muy medida partitura del encuentro que Moon, no obstante, aceptó con espontaneidad.

Justo antes del inicio de las reuniones formales, los dos líderes siguieron bromeando. Moon, por ejemplo, sobre cómo han interrumpido su sueño los lanzamientos nocturnos de Kim, o sobre la popularidad en el Sur de la hermana del líder, Kim Yo-jong, directora de propaganda.

La larguísima e histórica jornada concluyó con una cena a la que también asistieron las esposas de los dos líderes y un brindis en el que Moon dijo que él y Kim son ya "grandes compañeros" y Kim correspondió afirmando que el acuerdo de ayer es "la punta del iceberg de lo que alcanzaremos en el futuro".