El pacto entre Turquía y la UE sobre refugiados cumplió ayer un año con un balance lleno de sombras y entre amenazas turcas de anularlo. El pacto estipula que, desde el 20 de marzo de 2016, todas las personas llegadas irregularmente a Grecia desde Turquía sean devueltas a este país. El Gobierno de Ankara, cada vez más enfrentado a sus aliados europeos, amenazó la semana pasada, en plena crisis diplomática con Holanda, con expulsar hacia Europa a 15.000 refugiados al mes.

El número de llegadas a Grecia se ha reducido desde 989.000 en el año anterior al acuerdo hasta unas 30.000. Se estima en 62.000 las personas que permanecen atrapadas en territorio heleno en campos cuyas condiciones han sido denunciadas como pésimas. Los atrapados no pueden tomar la ruta balcánica, ni son devueltos a Turquía, adonde solo han sido enviados 916 desde Grecia; ni se les transfiere a otros países de la UE, en contra de lo que acordado. A modo de ejemplo, España ha recibido a 733 personas y se había comprometido a acoger a 17.387.