La ofensiva de las fuerzas iraquíes, apoyadas por EE UU y Francia, para desalojar a los yihadistas del Estado Islámico (EI) de la zona occidental de Mosul ha dejado atrapadas a unas 800.000 personas, según la ONU. Parte de ellas son empleadas como escudos humanos por los rebeldes y buena parte del resto se niega a huir por temor a las represalias del EI y al fuego cruzado.

La laboriosa ofensiva sobre Mosul se inició en octubre pasado y ha permitido expulsar al EI de las zonas de la ciudad situadas al este del río Tigris. Según la organización "Save the Children" unos 350.000 de los civiles atrapados serían menores de edad.

Mosul es la capital iraquí del territorio, a caballo de ese país y de Siria, en el que el EI proclamó en 2014 su "califato". La capital en Siria, núcleo duro de las posesiones yihadistas, es Al Raqqa, que también está siendo asediada. EE UU anunció ayer que estudia elevar el número de miembros de comandos especiales en la zona, cifrado en quinientos. Mientras, los rebeldes del ELS, apoyados por el ejército turco, anunciaron la toma del bastión yihadista de Al Bab, en el norte del país.

La ofensiva sobre los barrios de Mosul situados al oeste del Tigris se inició este domingo y ayer, jueves, logró su primer fruto relevante con la toma del aeropuerto de la ciudad tras una dura batalla de seis horas en la que, según fuentes oficiales iraquíes, fueron abatidos decenas de yihadistas.

Los aviones de la coalición internacional liderada por EE UU bombardearon medio centenar de veces el aeropuerto y la artillería iraquí lo golpeó con insistencia para debilitar las posiciones del EI antes de que la infantería iniciase su asalto. Las tropas iraquíes también avanzaron sobre dos distritos occidentales, Tel al Ramán y Al Maamun.

La ONU y las ONG de ayuda humanitaria han pedido que no se empleen armas pesadas en la ofensiva, por miedo a los graves daños que puedan sufrir los civiles. La población se encuentra, además, muy debilitada por el hambre causada por el asedio de casi cinco meses sufrido desde el inicio general de la ofensiva.

Sobre este telón bélico, ayer se inició en Ginebra una nueva ronda de las negociaciones de paz para Siria auspiciadas por la ONU, la cuarta desde el inicio de la guerra en 2011. El mediador, Staffan de Mistura, mostró escaso optimismo el miércoles, pese a que se va a negociar con el respaldo del alto el fuego logrado el pasado diciembre, que, en líneas generales, se respeta. Por primera vez desde hace tres años se reunieron en una misma sala la delegación gubernamental y la rebelde, que en esta ocasión cuenta, como quería Damasco, con mayor representación de grupos militares implicados en la lucha. Los kurdos, que controlan el 20% de Siria, siguen ausentes de una negociación que en rondas anteriores fue indirecta.