Miles de personas salieron ayer a la avenida Bourguiba, principal arteria de la capital de Túnez, para celebrar el quinto aniversario de la caída de la dictadura de Zine el Abedin Ben Ali y para apoyar la actual revolución democrática, que lucha, entre zarpazos yihadistas, por salir adelante y mantener su puesto de excepción en el conjunto de las fallidas primaveras árabes.

Banderas de todos los colores, con la enseña nacional roja como clara protagonista, ambiente festivo y decenas de pequeñas manifestaciones de los diferentes partidos, asociaciones y colectivos mostraron al Túnez emergido en 2011, tras la huida del dictador a Arabia Saudí.

La sociedad tunecina es muy diversa y va desde lo profundamente laico a lo extremadamente tradicional e islamista. El reto de los activistas demócratas es forjar un espacio de convivencia pese a las tensiones políticas, la acuciante crisis económica, la frágil cultura democrática y el auge del yihadismo.

Las dudas de los demócratas están relacionadas con la vuelta de la tensión partidista, con el desplome de la formación laica Nidá Tunis y con el nuevo fortalecimiento de los islamistas de En Nahda, pero también con ciertas políticas represivas que ha adoptado el Gobierno con la excusa de la lucha contra el yihadismo.

Los demócratas creen, además, que la ley con la que el Ejecutivo trata de aflorar miles de millones de dólares a través de una amnistía fiscal a miembros del antiguo régimen supone una traición. De igual modo, consideran que el recurso al estado de emergencia para la lucha contra el terrorismo, que ha llevado a miles de personas a la cárcel en los últimos meses, significa un retroceso en los derechos adquiridos tras el levantamiento.

Los tunecinos confían, sin embargo, en la experiencia que supuso superar la primera gran crisis, la de 2012-2013, cuando las tensiones en el seno de la troika gobernante, dirigida por los islamistas de En Nahda, y los primeros asesinatos políticos amenazaron con hacer descarrilar la transición. La fundación del partido Nidá Tunis, en el que se incluyeron grupos diversos, y el esfuerzo del Cuarteto, integrado por el sindicato UGTT, la patronal UTICA, la Asociación de Abogados y la Liga de Derechos Humanos, salvó aquel envite y, para muchos, marca la línea para el futuro.