La Conferencia Episcopal de Venezuela (CEV) tomó ayer partido por la oposición al tachar al Gobierno de Nicolás Maduro de "totalitario" y condenar su "desmedida represión", pero se ofreció a mediar entre los chavistas y sus oponentes para "apaciguar" la ola de protestas, que ya cumple dos meses.

En un comunicado leído por el arzobispo Diego Padrón, los obispos venezolanos arremetieron contra el Gobierno por la "brutal represión de la disidencia política", las restricciones al derecho a la información y "la falta de políticas adecuadas para enfrentar la inseguridad jurídica y ciudadana".

Lamenta los asesinatos de civiles y de guardias nacionales, que ascienden a 39 desde el 12 de febrero pasado, y rechaza la "criminalización de la protesta ciudadana y la negación práctica de los derechos humanos en el trato a los manifestantes".

"El Gobierno se equivoca al querer resolver la crisis por la fuerza", apunta el episcopado. A su juicio, la "causa fundamental de la actual crisis es la pretensión del partido oficial y las autoridades (...) de implantar el llamado "Plan de la Patria", detrás del cual se esconde la promoción de un sistema de Gobierno de corte totalitario".

Entre tanto, Maduro acusó a la prensa internacional de "distorsionar" la realidad de su país en un artículo que publicó en "The New York Times", en el que, además, llamó al diálogo y a la "paz" en Venezuela.