Abderrahman mohamed  Nuakchot

La liberación incondicional del ex presidente mauritano Sidi Mohamed Uld Cheij Abdalahi, depuesto en el golpe de Estado del pasado 6 de agosto, es fruto de la presión de la comunidad internacional, pero no colma las exigencias de la oposición que reclama que se le restituyan sus funciones legítimas.

Su puesta en libertad estaba prevista para el 24 de diciembre, tres días antes de la organización de los estados generales de la democracia, anunciados por la Junta Militar para el próximo sábado con el objetivo de refundar la democracia en el país.

Sin embargo, el ex presidente, que se encontraba bajo arresto domiciliario en su pueblo natal, situado a unos 250 kilómetros de Nuakchot, fue liberado y trasladado en la madrugada de ayer hasta la capital, antes de volver horas después de nuevo a Lemden.

Abdalahi había estado retenido bajo vigilancia militar en esa localidad desde el pasado 13 de noviembre, antes de lo cual los golpistas lo habían mantenido en arresto domiciliario en un chalé del palacio presidencial en la capital.

El traslado del ex presidente a Lemden fue consecuencia de la presión efectuada por la comunidad internacional, como así lo ha sido también su liberación incondicional, pese a que con este paso no se cumplen los requisitos demandados por los opositores al levantamiento.

La Unión Europea había dado a la Junta un plazo hasta el pasado 20 de noviembre para que los militares restablecieran al antiguo presidente en sus funciones, so pena de anunciar sanciones económicas contra el país norteafricano.

Por su parte, la Unión Africana (UA) lanzó otro ultimátum, que expiró el pasado 6 de octubre, con el objetivo de conseguir el restablecimiento del orden constitucional.