La campaña de xarda -o caballa- en el Cantábrico de este curso fue un completo desastre para los armadores gallegos, sobre todo para los del sur de la comunidad, que vieron como la inversión realizada en sus barcos y en el viaje y pertrecho para ir al caladero se transforma ahora en una carga económica. La mayoría del centenar de embarcaciones que decidieron ir arriba (en referencia al norte) llegaron de vuelta con pérdidas cuantiosas debido al cierre de la pesquería, que dejó tan solo una decena de días de pesca. Este es el caso, por ejemplo, del patrón mayor de la cofradía de Cangas, Javier Costa, que todavía hoy está muy indignado con la situación que rodea a la bajura gallega. "Yo llevé mi barco por tierra y en total habré invertido unos 3.000 o 4.000 euros, contanto el combustible, comidas, alojamiento y seguros de la gente para un mes, que si tienes cuatro tripulantes son 1.000", explica Costa.

Aún más crítica fue la situación vivida por Julio Castro, patrón de Aldán. Antes de acudir a esta tradicional pesquería decidió hacerle unos arreglos a su barco, el Castro Dacosta, una planeadora grande de 12 metros de eslora. "Le dimos al puente para estribor e hicimos un pequeño comedor. Además, apostamos por dormir en el barco, para que salga más rentable porque todos los años tratas de mejorar e ir mejor preparado", informa Castro. El arreglo le costó en total 22.000 euros. A esta cifra siempre difícil de asumir tuvo que añadirle unos 3.3000 euros para gastos en comida, gasoil y aparejos. En total, más de 25.000 euros a los que hay que sumar la peligrosidad de un trayecto por mar desde Aldán hasta Gijón (Asturias). ¿Todo esto para qué? "Tan solo pudimos pescar cinco días", responde apenado.

Pese a que la xarda para los barcos gallegos abrió el 14 de marzo, Castro no llegó hasta el 22. "Como nuestros contactos allí nos decían que la pesquería estaba mal esperamos. Además, por este motivo tuvimos que ir hasta Gijón, porque normalmente nos quedábamos en Burela", concreta. "Te engañaron desde un principio, porque no dijeron lo que se hizo mal el año pasado", dice en relación a las 600 toneladas por sobrepesca de 2015 que quitaron de la cuota para este año. "Nosotros no tenemos culpa porque yo entrego el diario cada día. Pagan justos por pecadores y te ves totalmente impotente", sentencia. Con cuatro tripulantes y tras haber trabajado incluso jueves y viernes santo, cree que ahora solo le queda una cosa por hacer: "Vine con un empeño muy grande y toca sufrir y luchar otra vez".

En una caravana

Suso es otro de los marineros de artes menores afectados. Este trabajador de Noia, que prefiere no dar más datos sobre su identidad, pasó 14 días en el puerto de Laredo (Cantabria) sin poder hacerse a la mar. "Llegamos aquí una semana después del inicio de la campaña. La primera semana en Laredo la pasamos preparando los permisos y la embarcación. La segunda, entre el mal tiempo y una avería, no pudimos pescar hasta el martes, y ahí ya nos comunicaron que la caballa estaba cerrada", relata el marinero.

Cuando el Ministerio de Agricultura decretó el cierre de la pesquería la mayoría de los cien armadores que transportaron sus buques hasta estos caladeros decidieron regresar a Galicia a pesar de perder miles de euros. Suso y los otros dos tripulantes de esta embarcación de Noia, en cambio, permanecen aún en una caravana aparcada en el puerto cántabro. "Era la opción de alojamiento más barata", explican los marineros, que intentarán trabajar en Laredo al menos hasta que logren recuperar la inversión. "Tendremos que pescar otras cosas, pero ahora mismo no podemos irnos", lamenta Suso. No son los únicos, ya que este marinero asegura que al menos otras "cinco" caravanas permanecen en el puerto de Santoña, también en Cantabria, sin poder volver ante las deudas contraídas. "La casa armadora nos paga la comida, si no, no tendríamos nada", asegura.

Este tripulante calcula se hizo una inversión de 4.000 euros para esta campaña. De estos, unos 1.500 corresponden al transporte, que en su caso fue por tierra. "Es más fácil y seguro que un viaje largo por mar", indica Gabriel Ochoa, armador de Portosín que decidió volver a Galicia tras la prohibición de capturar xarda. Explica que tuvo que llevar su barco al taller antes de ir al Cantábrico, por lo que cifra sus gastos en unos 13.000 euros. "Solo pescamos un día y sacamos unos 700 euros por las ventas. Volvemos empeñados, esto es una vergüenza", denuncia el armador, que acusa a las administraciones de "acabar" con el sector.

Cierre de pesquería

El Gobierno decidió cerrar la pesquería tras constatar que la flota ya había consumido más del 80% de las 1.400 toneladas que le correspondían este año, una cuota muy inferior a las 2.600 de las que dispuso en 2015 debido a una reducción del 15% por parte de la UE y las 600 toneladas adicionales por sobrepesca. Los armadores admiten que esperaban una campaña más corta de lo habitual, pero no tanto. "Si el año pasado pescamos cuatro semanas, este pensábamos en faenar tres como mínimo", señala Ochoa. Tanto él como Suso admiten con resignación que, de saberlo, no se habrían desplazado hasta el Cantábrico.

La decisión del Ministerio levantó también ciertas sospechas entre el sector. Esta flota cuenta con un tope semanal de 10.000 kilos por embarcación, por lo que a nadie le salen las cuentas. "O no tenemos cuota o alguien se la comió", afirma Ochoa, que asegura que su barco solo pescó 1.000 kilos de xarda. Para Suso el problema está en que la cuota se gestiona de forma conjunta y si unos pescan demasiado, se "acaba" la pesca para todos.

La resolución que regula la pesquería de xarda reserva un 85% de la cuota para la pesca directa o dirigida y un 15% para las capturas accidentales, que son las únicas que la flota podrá realizar hasta octubre, tras el cierre preventivo decretado por el Gobierno. La flota cuenta con un tope de 300 kilos semanales para pesca accidental, una cifra que los armadores consideran "ridícula".

La flota achaca esta situación a la escasez de cupos y al reparto de posibilidades de pesca, que deja a Galicia alrededor del 20% de la cuota a pesar de contar con unas 1.300 embarcaciones que pueden pescar xarda. Euskadi, que solo tiene unas 160, recibe el 40%. El presidente de la Asociación de Armadores de Artes Menores de Galicia (Asoar-Armega), José Luis Rodríguez, culpa de la situación a la Consellería do Mar y a la Federación Galega de Confrarías de Pescadores. "Estos son los grandes acuerdos que nos traen nuestros representantes", critica Rodríguez, que denuncia además que este año toda la flota que decidió quedarse en Galicia o no pudo ir al Cantábrico no podrá pescar xarda.