Literatura

Ideales en el punto de mira

Ideal estandarizado, Doncella 2 y Alison, tres reflexiones en viñetas sobre la lucha constante que conlleva ser mujer dentro de los límites del patriarcado

Ideales en el punto de mira.

Ideales en el punto de mira. / ARCHIVO

Álvaro Pons

El día en que comienza una relación entre dos personas se inicia un juego de equilibrios entre las ilusiones personales y las imposiciones sociales: el ideal romántico debe cumplirse según un estricto protocolo que, paradójicamente, es construido desde las ficciones, en muchos casos –la mayoría– escritas por hombres, que pasan a ser de obligado cumplimiento señalando con especial atención a las mujeres, obligadas a asimilar desde bien pequeñas ese ideal paradójico si quieren entrar en la sociedad. La igualdad de género avanza imparable le pese a quien le pese, pero las ilusiones que depositamos en una relación romántica parecen ancladas ineludiblemente en el imaginario decimonónico sin apenas movimiento alguno.

Aude Picault Ideal estandarizado Traducción de Montserrat Terrones Garbuix Books 148 páginas / 21,95 euros

Aude Picault Ideal estandarizado Traducción de Montserrat Terrones Garbuix Books 148 páginas / 21,95 euros / ÁLVARO PONS

Se trata de una necesaria reflexión que ya hemos encontrado en obras como las de Liv Strömquist, pero que sigue motivando cómics realmente interesantes como Ideal estandarizado, de Aude Picault (1979). La autora de obras tan sugerentes como Diosa y Amalia centra aquí su mirada en Claire, una enfermera treintañera que ve cómo, relación tras relación, los ideales que marca la sociedad se van convirtiendo en una opresiva utopía, tan inalcanzable como irreal.

Picault enfrenta con ironía la realidad cotidiana con ese estándar establecido aceptado como «lo que debe ser», ese sentimiento creciente que obliga a admitir absurdos como que a las mujeres se les pasa el arroz, que los hijos son la medida de la felicidad de la mujer o, simplemente, que la pareja es la única forma de realización. Ideales que actúan como auténticas coerciones a la libertad de elección de la mujer, que parece obligada a cumplir irremediablemente la imposición social.

Florence Dupré la Tour Doncella 2. Nivel avanzado

Florence Dupré la Tour Doncella 2. Nivel avanzado / Archivo

Una imposición que clama por una rebeldía desde sus orígenes como la que defiende Florence Dupré la Tour (Buenos Aires, 1978, aunque francesa) en Doncella 2. Nivel avanzado, el segundo volumen de las particulares memorias de la autora que llegan a su adolescencia, expresando con su ácido humor el rechazo radical a ese adoctrinamiento que desde bien pequeña le indicaba los estándares de comportamiento que debía cumplir como mujer.

Florence descubre en carne propia que considerar los cambios que protagoniza su cuerpo como un vergonzoso tabú no es solo la obsesión de su familia ultrarreligiosa, sino una forma de humillación sistemática de la mujer que la denigra y relega en la sociedad. Dupré la Tour no deja títere con cabeza en un alegato tan mordaz como de obligada lectura.

Lizzy Stewart Alison Traducción de Regina López Errata Naturae.

Lizzy Stewart Alison Traducción de Regina López Errata Naturae. / Archivo

Tintes tóxicos

Pero el cruce de caminos entre la realidad y los ideales asimilados adquiere tintes tóxicos cuando la relación se fundamenta en una desigualdad en la que admiración y amor se entrecruzan para asumir la diferencia como un valor en sí mismo que obliga a quedar anulada a una de las partes. En Alison, Lizzy Stewart (Edimburgo, 1985) se adentra en la relación entre una joven pintora que deja a su marido para seguir a un artista de éxito, mucho más mayor que ella, que le promete aquello que nunca tendrá en su pequeño pueblo. Un ideal de Pigmalión en toda regla, pero que establece una profunda relación asimétrica entre la aspiración de ella y el egoísmo narcisista de él. Ella confía su crecimiento como artista a la confianza en que el amor es también aprendizaje y apoyo; él tiene una joven con la que acudir a las fiestas y afianzar su condición de éxito no solo en lo artístico, sino en lo social. Pero Stewart cuenta esta historia desde la madurez de una Alison ya anciana que no guarda rencores, sino que es capaz de construir un relato reflexivo donde incluso las sombras tienen contrapartidas.

Alison es también una historia de amistad, de la red de apoyos que se teje ante la adversidad, de aprender a creer en sí misma sin dejarse relegar a un segundo plano, de mirar al frente sin mirar a los ideales del pasado.