Reportaje

Ficciones para comprender la nueva derecha radical

Tras el aluvión de ensayos de los últimos años, un puñado de libros de ficción planea sobre el desigual fenómeno de la derecha radical global

Jair Bolsonaro y Donald Trump, expresidentes de Brasil y Estados Unidos.

Jair Bolsonaro y Donald Trump, expresidentes de Brasil y Estados Unidos. / EPE

Bernardo Gutiérrez

Después de que el profesor Giovanni Prospero citara a Spinoza, la sonrisa del director del talk show televisivo se esfumó. 

–En mi programa no se permiten poses intelectuales y no autorizo que nadie use palabras difíciles. Este es un espectáculo familiar. Cualquiera que se rompa la espalda durante el día por su familia y por este país tiene todo el derecho a relajarse y no sentirse inferior.

Giovanni Prospero captó al instante su error. Intentó justificar su cita. El público pataleaba, gritaba. El ministro del Interior intervino desde una pantalla: "Pronuncias citas educadas mientras la gente se muere de hambre. ¡Qué vergüenza!". Volviendo a casa, Giovanni descubrió miles de mensajes de amenaza en sus redes sociales. En la puerta de su casa, sin conseguir encender la luz del edificio, chocó contra un cuerpo. Murió asesinado a golpes.

El impactante inicio de Il censimento dei radical chic, de Giacomo Papi (Fertrinelli, 2019, sin traducción) la atmósfera de una novela premonitoria, publicada cuatro años antes de la llegada de Giorgia Meloni a la presidencia italiana. "Papi describe un futuro oscuro, pero habla de nuestro presente, de un gobierno nacional populista que encuentra un nuevo enemigo, los intelectuales. Su culpa: hablar demasiado complicado al pueblo, que se siente inferior por eso", asegura el italiano Steven Forti, autor de Extrema Derecha 2.0 (Siglo XXI de España Editores, 2021), ensayo que va por la cuarta edición.

Si la llegada de Donald Trump al poder provocó una súbita oleada de ensayos para intentar comprender la nueva derecha radical, la ficción ha ido procesando el fenómeno con otro ritmo y múltiples registros. Algunas novelas anticiparon la eclosión extremoderechista, como El bloque, de Jerôme Leroy (publicada en 2011 en Francia, será lanzada en mayo en español por Hoja de Lata) y La maldad, del islandés Eiríkur Örn Norðdahl (publicada en 2012).

En otros casos, la ficción llegó al rebufo de procesos político sociales fulgurantes de países concretos: líderes mesiánicos, nuevos partidos ultra, miedos y odios fuera del armario de forma sorpresiva. La decadencia de Nerón Golden (Seix Barral, 2017), de Salman Rusdhie, narra el ascenso de un millonario deslenguado a la presidencia de Estados Unidos. El músico y escritor brasileño Chico Buarque retrató en Esa gente (Randon House, 2021) el clima de radicalización social que propició la llegada de Jair Bolsonaro al poder en Brasil. Mario Cuenca Sandoval relata en LUX (Seix Barral, 2021) cómo un partido (un trasunto de VOX) gobierna autoritariamente España. Los mundos previos eclosionan. Los malestares se canalizan. Algo no previsto dinamita unas elecciones. "Y de pronto todo eso –escribe Rushdie–, la educación, el arte, la música y el cine, se convierten en razón para ser despreciado".

Una maldad recorre el mundo

En La maldad (Hoja de Lata, 2018), el fascismo histórico y la nueva derecha radical están conectados en la historia personal de Agnes, una de las protagonistas. Mientras realiza una tesis doctoral sobre el auge de los populismos xenófobos de Europa, Agnes desvela la historia de sus cuatro bisabuelos, originarios del pueblo lituano de Jurbarkas, donde en 1941 los ocupantes nazi masacraron a todos los judíos. El deseo sexual que Agnes siente por Arnór, uno de los neonazis que entrevista para su tesis, agudiza la confusión que provoca descubrir que dos de sus bisabuelos de Jurbakas fueron víctimas y dos, verdugos. "No fue un esfuerzo consciente para conectar el fascismo histórico con movimiento de la nueva ultra derecha. Están conectados, para mí es casi evidente en sí mismo", afirma Eiríkur Örn Norðdahl.

En Revancha (Anagrama, 2021), el fascismo histórico está desperdigado en las descripciones que Kiko Amat hace de algunos neonazis: "Gorra con la visera levantada, anagrama de Vox, y una sudadera negra con dibujo de águila imperial y rodillera (...) Se llamaba Benito, Beni. Venía de familia fascista. Era hijo de un mafioso de los bingos o las loterías que militaba en la Guardia de Franco". 

La maldad describe cómo la mayoría de investigadores y de medios pone énfasis en diferenciar el fascismo histórico de las nuevas extremas derechas. "Lo que le choca a Agnes es que la gente pasa más tiempo discutiendo cómo Hitler y Le Pen son diferentes, en lugar de explicar sus semejanzas, y cómo tenemos que luchar con ellos", matiza Eiríkur. Daniel Álvarez, editor de Hoja de Lata, sostiene que la fusión de las incertidumbres económica y vital produce monstruos que ya creíamos superados, como el fascismo. "El modelo productivo está en una carrera desaforada que ha llevado a la ruina al planeta y está generando unas tremendas desigualdades que reventarán por algún lado. Por eso nos interesan los autores que reflexionan sobre ello y nos hacen mantenernos alerta, como Norddahl y Jerôme Leroy", asegura.

En El bloque, Jerôme Leroy ficciona una Francia en la que el extremoderechista Bloque Patriótico está a punto de entrar en el Gobierno. Después de años generando un clima de violencia y odio, tras unos resultados electorales mejores de lo esperado, el Bloque Patriótico intenta eliminar a los elementos más radicales del partido para civilizar su imagen y cerrar un gobierno de coalición con la derecha tradicional. "La novela y la posterior película basada en ella, Chez Nous, levantaron ampollas en Marine Le Pen y en el Frente Nacional, que se vieron peligrosamente reflejados en ambas", afirma el editor de Hoja de Lata.

Distopias futuribles

El presidente del partido ultra LUX, que un día conquistó el Gobierno de España en la novela de Mario Cuenca Sandoval, es "un hombre de acción". Su gran plan: el Escudo de la Moral, basado en el pensamiento político de Kalergi, un filósofo austríaco prácticamente desconocido. La política pública del partido LUX alimenta a un entusiasta movimiento nacional. Todos los viernes, grupos de hombres drogados se lanzan a la caza de brujas, gays, pobres, negros. Las palizas de los viernes transmutan en asesinatos y desaparecidos. "Los hombres hundidos y humillados son nitroglicerina", escribe el narrador de Lux, una novela trepidante que relata cómo una masa empobrecida aprendió a reconducir su ira no hacia los de arriba, sino hacia los de abajo.

"Lo que intentaba comprender es el modo en que determinados discursos contribuyen al enrarecimiento del clima y, con ello, abren puertas a lugares muy siniestros", afirma Cuenca Sandoval. Al final de LUX, el narrador recuerda cómo se derrotó a ese movimiento de extrema derecha gracias al cara a cara, a las conversaciones en la calle que las madres de los desaparecidos tejieron con desconocidos. "La solución tenía que ser también discursiva, tenía que proceder del campo de la palabra y no de la imagen, de la comunicación tú a tú, lejos de las redes sociales y del espectáculo de la política", esclarece el autor. 

La fabulación de un mundo distópico también es el mecanismo que hilvana Horda (Seix Barral, 2021), la novela de Ricardo Menéndez Salmón en la que un régimen autoritario ha instaurado el silencio como norma y una nueva religión de la imagen emite estímulos visuales sin descanso. "Horda es una novela que bebe de George Orwell y Michael Foucault. Ya sabe: la narratología aplicada a la política. Quien detenta el discurso, detenta el poder, y quien detenta el poder, detenta la capacidad de reconfigurar la realidad", asegura Menéndez Salmon.

Ricardo Menéndez Salmón: "Esa capacidad de diagnóstico de la literatura es una de sus mayores fortalezas. El escritor, en realidad, es un sismógrafo"

El autor defiende que la literatura es capaz de anticiparse a fenómenos sociales y políticos que están cobrando forma, pero que no acaban de eclosionar: "Esa capacidad de diagnóstico de la literatura es una de sus mayores fortalezas. El escritor, en realidad, es un sismógrafo que anticipa los terremotos por venir". Y de la ficción en general, que en los últimos tiempos tiene aroma digital y está articulada en episodios.

"¿No encontramos algo de todo esto en las series distópicas? Pienso en Years and years, Black Mirror o El cuento de la criada. Las series se han convertido en las novelas por entregas que se publicaban en los periódicos hace un siglo y pico", asegura Steven Forti. No es casual que El cuento de la criada, basada la novela de Margaret Atwood, haya sido interpretada por muchos como el retrato más despiadado de los Estados Unidos de Donald Trump.

Distopias futuras

Todo va a mejorar (Tusquets, 2022), la novela póstuma de Almudena Grandes, continúa por la senda de distopías futuras. La escritora recrea el Gobierno del Movimiento Ciudadano ¡Soluciones Ya!, un nuevo partido dirigido en la sombra por un millonario (el Gran Capitán) que gestiona el Consejo de Ministros como si fuera una empresa. Todo va a mejorar contiene finos apuntes, intuiciones, chispazos-visiones de una nueva derecha populista que huye del fascismo histórico premeditadamente. Retrara una derecha radical cuyo verdadero leit motiv es el consumismo individual.

En la novela de Grandes, tras la Segunda Pandemia, el Gobierno de España establece un rígido control de internet, que compensa con un incentivo desaforado del consumo. "No pretendía convertirse en un caudillo, y estaba convencido de que el fascismo no representa una solución, sino una amenaza. El poder no le atraía como proyecto personal. Lo concebía como una simple herramienta para ganar tiempo", escribe el narrador sobre el Gran Capitán. 

A contracorriente de la línea de los futuros distópicos, el argentino Reinaldo Laddaga narra un confuso pasado mítico para describir el trumpismo. En Los hombres de Rusia (Jekyll & Jill, 2019), actualiza la técnica narrativa del manuscrito encontrado a los tiempos digitales. Un documento aparecido en un foro de la derecha radical estadounidense amalgama lo hipermoderno con lo arcaico, la rabiosa actualidad con mitos históricos de dudosa fiabilidad. "En los espacios de discusión de ultraderecha, en los tiempos del ascenso de Trump, mezclaban la pasión por los videojuegos en línea con solemnes alusiones al mundo greco-latino clásico, al chamanismo siberiano y a las prácticas alucinógenas en los desiertos de suroeste americano", afirma el autor. En su libro, "personajes de la historia efectiva, textos de un archivo heterogéneo, sucesos y lugares, delirios personales y alucinaciones colectivas se combinan para formar un mundo posible". 

Efectos colaterales, miradas laterales

El estallido de la nueva extrema derecha ha provocado un efecto colateral: una relectura del fascismo histórico, también desde la ficción. La celebradísima trilogía novelada de la vida de Benito Mussolini de Antonio Scurati –ya se han publicado los dos primeros volúmenes, M: el hijo del siglo (Alfaguara. 2020) y M. El hombre de la Providencia (Alfaguara, 2021), y ahora llega el tercero, M. Los últimos días de Europa (Alfaguara, 2023)– difícilmente habría sido éxito internacional hace unas décadas.

Por su parte, la francesa Dominique Manotti, maestra de un subgénero de suspense izquierdista denominado polar, recrea en Marsella 73 (Ediciones Versátil, 2021) la oleada de asesinatos xenófobos que se llevó la vida de más de cincuenta argelinos en 1973. Por otro lado, Santander, 1936 (Anagrama, 2023), última novela de Álvaro Pombo, cuenta la historia de Alvarín, un joven que afilia con entusiasmo a Falange Española en 1934. La memoria histórica, el camino más habitual para diseccionar los efectos de la extrema derecha, está presente en algunos títulos recientes, como Cuando no quede nadie (Esther López Barceló, Grijalbo, 2023) y Carcoma (Layla Martínez, Amor de Madre Editoras, 2021)

El panorama de títulos de ficción, más que proponer respuestas, despliega preguntas. ¿Tras todo ascenso llega una caída, como las de Trump y Bolsonaro?, ¿el consumismo es el nuevo fascismo, como apuntaba Pier Paolo Pasolini en sus últimos escritos?, ¿neoliberalismo radical?, ¿neofascismos tech?, ¿es preferible decir ultraderecha, nueva extrema derecha o derecha radical? "No estoy ni siquiera seguro de si llamaría a estos movimientos 'nueva extrema derecha', ya que, en algunos casos, estos partidos de extrema derecha moderna tienen raíces profundas y continuidad histórica", asegura Eiríkur Örn Norðdahl.

Preguntando, titubeando, la última cosecha de novelas sobre la vieja/nueva extrema derecha parece formular un extrañamiento, una alerta sobre una realidad que se derrumba. El narrador de Rushdie en La decadencia de Nerón Golden, describiendo la tragedia ocurrida, está advirtiendo a todos y a cada uno de los lectores: "El mito fundacional había quedado tirado y pisoteado en las cloacas de la intolerancia y el supremacismo racial y masculino, donde las máscaras de los estadounidenses habían sido arrancadas para revelar las caras de Joker que había debajo". Y deja un recado final para que la tragedia no se repita: "Sesenta millones. Sesenta millones. Y noventa millones más que no se habían molestado en votar".