Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Isabel Allende hace inolvidable a “Violeta”

La autora reconstruye de forma epistolar una excepcional vida desde la gripe española hasta la pandemia actual

La escritora chilena Isabel Allende FERNANDO ALVARADO

Leamos la declaración de intenciones de “Violeta”: “El viaje de la vida se hace de largos trechos tediosos, paso a paso, día a día, sin que suceda nada impactante, pero la memoria se hace con los acontecimientos inesperados que marcan el trayecto. Esos son los que vale la pena narrar”. Esa conjura íntima y personal ali(m)enta la última obra de Isabel Allende, una historia sin medias tintas a la hora de abordar la vida de una mujer engarzada a las instantáneas más decisivas del siglo XX. Una gran historia dentro de la Historia más grande. Arranca en 1920 con la mal llamada gripe española y termina con una nueva pandemia, en 2020. El espejo del pasado donde se refleja nuestro presente.

Con ustedes, Violeta del Valle. Nació en tiempos de dolor. En 1929, el crack bursátil puso patas arriba a su familia, y cambió su vida. De niña mimada a una mujer intrépida que aprende a sobrevivir entre los peligros de la Naturaleza extrema: así se forja un carácter lleno de carisma, vacío de debilidades, y ardiente a más no poder. Empieza pronto a disfrutar de las pieles ajenas en busca de un sentido apasionado que ponga al rojo vivo sus sentidos. Entre los pliegues de los amores de todo tipo y rendición se van colando episodios dramáticos, con la sangre de una dictadura empapando los días, los años dorados de la mafia en Cuba en la dictadura de Batista, el auge de las drogas, las infames dictaduras de los años setenta, los vuelos de la muerte, la Operación Cóndor y las luchas sin descanso de las mujeres para intentar derribar sus prisiones y conquistar derechos.

Allende construye su novela como una larga carta de la protagonista dirigida a la persona más amada. Drama, mucho. Humor, bastante. Amor, siempre. Emociones, sensualidad y coraje hilvanan un cuerpo narrativo alimentado por memoria, deseo y turbulencia: “Hay un tiempo para vivir y un tiempo para morir. Entre ambos hay tiempo para recordar. Eso he hecho en el silencio de estos días en que he podido escribir los detalles que me faltaban para completar este testamento, que es de sentimientos, más que de asuntos materiales”.

La escritora no renuncia a su propia estela vital para inspirarse. Sin ánimo de ser exhaustivo, por ahí aparecen la muerte de su hija Paula; la asociación de mujeres creada en su nombre para ayudar a víctimas de la violencia machista, la miseria y la marginalidad; el destierro político; la intensidad fogosa con la que irrumpe lo sexual; el placer sugerente de la comida... Tan actual: “Antes, la gente en nuestro país se despachaba por las causas de siempre, es decir, pobreza irremediable, vicios, riñas, accidentes, agua contaminada, tifus y el desgaste de los años. Era un proceso natural, que daba tiempo para la dignidad de los entierros, pero con la llegada de la gripe, que atacaba con voracidad de tigre, hubo que prescindir del consuelo a los moribundos y de los ritos del duelo”.

Isabel Allende. | // LORI BARRA LORI BARRA

Allende carga contra un pasado repleto de hechos históricos a los que la autora acude con voluntad periodística, y cambia de tercio cuando se trata de evocar las historias de amor: Fabian Schmidt-Engler (“Me gustaba el juego sexual con Fabian, aunque me dejaba ansiosa y enrabiada...”), Julián Bravo (“Me entregué a la zozobra de amarlo con un sentimiento absoluto que ahora, a la luz de los años, me resulta incomprensible. Perdí la razón y el sosiego; nada me importaba, sólo estar con él”), Roy Cooper (“Nadie me hizo sentir tan bella y celebrada como él. Nos amábamos livianamente, con risa y sin imaginación”) y Harald Fiske, observador de aves noruego y el último amor ya en el otoño de la vida: “...puedo decirte con pleno conocimiento de causa que es posible enamorarse en la vejez con la misma intensidad y pasión que en la juventud. La única diferencia es que hay una sensación de urgencia: no se puede perder tiempo en tonterías. A Harald lo amé sin celos, peleas, impaciencia,  intolerancia y otros inconvenientes que ensucian las relaciones”. No cuesta encontrar otro punto biográfico: la escritora se casó a los 77 años. Cumplirá 80 en 2022, una buena edad para valorar como es debido el amor hecho de paciencia y tolerancia. No es Violeta un ser perfecto, lo sabe y lo confiesa sin temor. Sabe que hizo daño a algunas personas, y a la hora de hacer recuento no se deja pensamientos ni sentimientos en la manga. Su larga confesión a una persona muy especial es también un viaje al corazón de una América Latina llena de heridas que se niegan a cicatrizar, y que recorren el país sin nombre de la novela.

Compartir el artículo

stats