Discos Elepé sopla 45 velas... con sorteos y música en directo

La primera tienda de discos de Vigo celebra mañana una fiesta para conmemorar el aniversario

Bedoya e Hidalgo.

Alba Villar

Estaba sonando el álbum Degüello, de ZZ Top, cuando Jesús Hidalgo entró por primera vez en Discos Elepé, regentado desde 1979 hasta 2005 por Conchi Giráldez y José Ríos. El negocio empezó en el local contiguo al actual, algo más pequeño, pero el éxito tras su apertura provocó que se mudara al bajo en el que está ahora, en el número 35 de la céntrica calle Doutor Cadaval, al lado de Progreso. Acudió a este templo de la música unos meses después de que comenzase su andadura. Saludó a los responsables, a los que ya conocía... y sus caminos se unieron desde ese instante: primero, como empleado; desde 2005, como responsable.

“Recuerdo perfectamente aquel momento. Marcó mi vida”, reconoce a FARO Hidalgo, que se encarga de gestionar con su mujer, Juliana Bedoya, esta tienda, un lugar de peregrinación para cantidad de melómanos de Vigo y más allá. Mañana, la primera tienda de música al 100% de la ciudad festeja su 45 aniversario. Lo hará con sorteos de un plato giradiscos de la marca Rega y tres lotes de discos. Habrá también música en directo: deleitará al público –todos los que lo deseen– el grupo vigués The Blow-Up’s. Cuando soplen las velas, el deseo que pedirán sus dueños será “que las cosas sigan tal cual como están, que están muy bien”.

Hidalgo y Bedoya, en la puerta del local.

Hidalgo y Bedoya, en la puerta del local. / Alba Villar

Los orígenes de Elepé se remontan a los años 30, cuando el abuelo de Giráldez inauguró una de las tiendas de música e instrumentos pionera en la ciudad olívica, Bazar Electra Giráldez, en Velázquez Moreno. Su legado continúa en Doutor Cadaval a pesar de las grandes amenazas que supusieron la piratería y la reproducción en línea. “Vamos sobreviviendo, y eso está bien. Me conformo con lo que tenemos. Hay temporadas mejores y otras peores, pero podemos continuar. No me pongo límite: espero celebrar el 50 aniversario”, señala Hidalgo, que agradece el reconocimiento a su trabajo por parte de los clientes, razón clave para llegar a los 45.

“No sé si es suerte o desgracia, quiero pensar que suerte: me gusta lo que hago, es mi afición, es una dependencia difícil de dejar. Me siento a gusto y orgulloso. Veo cómo se va renovando la clientela: vienen jubilados, pero también sus nietos”, explica, a la vez que destaca cómo el sector supo regatear el bum de la música en la nube. “Ya no es un problema. Permite a la gente saber si un grupo le gusta antes de venir a comprar aquí. Incluso veo a personas sacar el móvil en la tienda para reproducir música y comprobar si les gusta un álbum o grupo en concreto antes de llevarse el CD o vinilo”, comenta.

Destaca que el éxito de la tienda radica en que ofrecen música de “todo tipo de estilos”. “Un chaval adolescente puede comprar un disco de Taylor Swift, Nirvana o Led Zeppelin. La gente cada vez mezcla más los estilos. También vendemos mucha música española, hip-hop o heavy metal. En una tienda como la nuestra, lo interesante es que los clientes encuentran música de calidad. Es la esencia de las buenas tiendas: sucede lo mismo, por ejemplo, en la librería Librouro, aquí cerca”, apunta Hidalgo, que aprovecha para deshacer un mito. “La gente joven compra vinilos y CD. Se generaliza mucho cuando se habla de este tema”, manifiesta.

Amistades y futuro del negocio

Pone en valor las amistades que ha hecho en estos 45 años gracias a Discos Elepé, donde también ha vivido “momentos de tensión, como en cualquier otro trabajo”. Su suerte: “Con música, se lleva mejor”. Asegura que sigue disfrutando de su empleo y, por ahora, no tiene pensado cambiar su rutina. Preguntado por la sucesión del templo musical, asegura que, cuando se jubile, será su mujer la que continúe el camino, que es “más joven” que él. “A mí me gusta y sigo disfrutando de lo que hago”, subraya. Basta con pasar unos minutos en la tienda para comprobar que el negocio de Doutor Cadaval es más que un hogar para Suso, como le llamen quienes más le conocen.

Un reflejo de su pasión por el día a día rodeado de vinilos y CD es que muy pocas veces han cogido vacaciones él y Juliana. Tuvo que llegar una pandemia, la del COVID-19, para que parasen. “En ese tiempo, seguimos vendiendo online, aunque no mucho. Fueron como unas vacaciones para nosotros. Llevábamos años sin cogerlas y nos permitió estar en nuestra casa más tiempo, donde tenemos un pequeño terreno, y, mientras, nos pagaban. Para mí, fue un descanso. Luego, ya reabrimos con las precauciones debidas”, recuerda.

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