Pasen y “lean”... a las personas

Internos del Centro Penitenciario de A Lama comparten sus historias vitales en el MARCO

Dos participantes escuchando el relato de un interno.

Dos participantes escuchando el relato de un interno. / ALBA VILLAR

Carolina Sertal

Carolina Sertal

La vitrina guarda cuatro historias en su interior y no resulta fácil elegir. Al atravesar la puerta acristalada de la galería, el visitante es invitado a ojear cuatro sinopsis de vida y, antes de continuar avanzando por la sala, deberá escoger aquella que le despierte mayor interés o curiosidad. Podría comenzar por la que lleva por título A cara boa da prisión, en la que un hombre relata cómo entrar en prisión en 1986, con tan solo 20 años de edad, marcó para él un punto de inflexión y fue capaz de abandonar el consumo de drogas, recuperar lazos familiares y lograr un trabajo remunerado para iniciar una nueva vida. Aunque quizás le llame más la atención la titulada Interna de apoio, una historia de drogas, violencia y prisión, pero también de resiliencia, pues la protagonista ha tomando las riendas de su vida y, en la actualidad, cumple un papel fundamental en la prevención del suicidio de las personas internas en el Centro Penitenciario de A Lama.

Patricia García y Marta García.  | // ALBA VILLAR

Patricia García y Marta García. | // ALBA VILLAR / Carolina Sertal

Escogido relato, el itinerario dirige al visitante hacia la mesa que corresponde al título seleccionado. Espera allí un “libro” diferente que, para abrirlo, tan solo hay que sentarse frente a él o ella, de igual a igual, y escuchar lo que tiene que decir. En este caso, Interna de apoio es la parada elegida y en sus primeras líneas de introducción cuenta que, “dentro de prisión nos llaman presos-sombra, somos internas de apoyo y nuestro trabajo es ayudar a nuestras compañeras en todo lo que necesiten, estar atentas y detectar cuando están más bajas anímicamente, porque muchas personas nunca han tenido apoyo psicológico o una red familiar fuerte que les haya enseñado a manejar esas emociones negativas que aparecen. Es un trabajo muy bonito, me ha ayudado a crecer como persona y, sin él, no llevaría tan bien mi condena. Es bonito ver cómo las personas cambian con tu apoyo y, a mí, cada persona a la que consigo ayudar, me quita condena”.

É moi positivo o espazo de diálogo e de empatía que se xera na actividade; para eles e elas é moi importante ver que son aceptados”

De mano de la propia protagonista, en vivo y en directo, esta es una de las historias que ayer pudieron conocer las personas que se acercaron hasta el MARCO para participar en la segunda edición de la iniciativa “Biblioteca humana. Luz na escuridade”, una propuesta impulsada por el centro de enseñanza EPAPU Nelson Mandela del Centro Penitenciario de A Lama, en colaboración con el museo vigués, y gracias a la cual varios internos de la prisión pontevedresa tuvieron la oportunidad de hacer visible su realidad, intercambiando con los asistentes al MARCO sus vivencias en la cárcel.

Tras una situación de violencia y consumo de drogas, la protagonista de Interna de apoio reconocía haberse “liberado” tras su ingreso en prisión y se ha convertido en un pilar fundamental en el programa de prevención del suicidio, puesto que presta apoyo y un acompañamiento las 24 horas. Esta tarea incluso ha despertado una vocación en ella, puesto que dentro de sus planes de futuro entra el de ser auxiliar de ayuda a domicilio.

La jefa de estudios de la Epapu, Marta García, y la coordinadora del programa Inclúete, Patricia García, acompañaron ayer a los internos y explicaron que con la Biblioteca humana, que permite “leer” a las personas más allá de cualquier prejuicio, “queremos dar visibilidade á realidade de estar en prisión”. Patricia García apuntó que “é moi positivo o espazo de diálogo e de empatía que se xera na actividade, mentres que para eles e elas é moi importante ver que son aceptados”.

Tras rotar por las mesas, descubrir cómo es el día a día en prisión, su trabajo en los módulos y sus sensaciones al verse privados de libertad, todos los “libros” se cierran igual, con un sincero “gracias” por la escucha activa y el tiempo compartido.

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