“Esto se hace así. Primero desenredo, luego escojo un par de cordones, pego dos con celo en la mesa o en la superficie en la que esté trabajando en el momento, ahora se pasa uno por aquí detrás y otro por el otro lado, se tira para que suba el nudo y listo. Se va cambiando de izquierda a derecha y de derecha a izquierda. Realmente, no es nada complicado, solo se necesita práctica, trabajo y, sobre todo, que disfrutes con lo que haces”. Así lo explica Rosa Araya y parece fácil, viéndola avanzar en el diseño de su pieza añadiendo con destreza el tejido mediante macramé. Sin embargo, además de las técnicas que requieren la artesanía textil y cerámica, la realidad de Rosa es que ella todo lo hace con una mano y dos brazos, también sus obras de arte.
“Nací así y a mí no me supone mucho, hago todo como siempre he hecho. Llevo tres años en Apamp y antes pintaba óleo, dibujaba, diseñaba y, cuando llegué, el taller de cerámica era lo que más se me parecía, porque en él dibujo y diseño, y poder hacerlo con barro es algo muy bonito. A mí me aporta paz, tranquilidad y diversión, porque el taller es ameno y siempre nos estamos riendo. La cerámica es para todas las personas, tan solo tiene que gustarte, tener imaginación y ganas de experimentar. A mí me gusta fusionarlo con cestería, por ejemplo”, indica esta usuaria de la Asociación de Familias de Personas con Parálisis Cerebral de Vigo.
"No contaba con tenerla nunca, pero ahora vamos a por todas"
Si bien Rosa Araya elabora sus piezas adaptada a su realidad, desde hace unos meses ha incorporado una novedad, y es que la entidad ha recibido un brazo biónico que detecta e interpreta el movimiento muscular del brazo derecho de Rosay ya le permite asir objetos, “aunque no siempre me obedece”, puntualiza ella entre risas.
Mientras espera a que Pablo llegue con la prótesis para mostrar los progresos en su manejo, esta artista de Apamp señala que “ya viste que yo que hago cerámica con una mano sola y con dos brazos, pero esta mano biónica es un proyecto en el que yo me la coloco y tengo que intentar hacer las cosas del día a día. Ya estuve probando también en el taller. No contaba con tenerla nunca, porque yo nací en Buenos Aires y en mi país es complicado, las personas con discapacidad tienen difícil independizarse, pero ahora vamos a por todas. Vamos a intentar conseguir el truco para que pueda utilizarla en todos los momentos del día y en el taller tengo que darle caña para trabajar el barro, pero seguramente lo consiga”.
Rosa Araya apenas lleva unos meses practicando y lo que más se le resiste es controlar la fuerza del agarre, pero por lo demás, está encantada: “¡Mira, si hasta tiene uñas!”, bromea esta artista plástica.
"Podemos ser felices, trabajamos, nos reímos, tenemos familias, nos enamoramos y podemos enamorar a otras personas"
Araya comenta que su historia de vida es como la cerámica, “un libro abierto”. Hija de madre gallega, acabó regresando junto a sus padres de Argentina y cuando fallecieron pasó una temporada compartiendo piso, “luchando y saliendo adelante”, pero siempre con una sonrisa, porque tal y como afirma, “yo no hay día que no sonría. Me siento libre, soy muy abierta y siempre consigo sacar risas en todos los lados. Y luego llegó Apamp, que para mí es una bendición, porque me hizo llegar hasta donde estoy y me ayudó a defenderme sola. Tanto a Apamp como al taller de cerámica le debo lo que soy, son mi familia”.
Rosa se va a quedar con la prótesis biónica un ratito más, lo que dure la batería, y antes de irse a tomar un café deja una importante lección: “Aunque las cosas han mejorado, mucha gente no ven a las personas, ven una silla. Piensan: ¡Pobres, qué vida les tocó! Y no, podemos ser felices, trabajamos, nos reímos, tenemos familias, nos enamoramos y podemos enamorar a otras personas”, concluye.