La historia revelada por las salinas de Areal

Un estudio de los sedimentos demuestra que en su esplendor durante el Alto Imperio, además del auge de la industria pesquera, también influyeron factores ambientales

Salinas romanas [© Eli Regueira]

Salinas romanas [© Eli Regueira] / ELI REGUEIRA

Sandra Penelas

Sandra Penelas

Los sedimentos conservan huellas de cómo era la vida cotidiana hace miles de años y bajo qué condiciones ambientales se desarrollaba. Un estudio realizado con muestras de los yacimientos de Areal ha reconstruido la variabilidad climática y la actividad humana desarrollada en torno a las salinas de Vigo desde la época romana hasta nuestros días. Sus resultados permiten concluir que su esplendor durante el Alto Imperio no solo coincidió con el florecimiento de las fábricas de salazón de pescado y el empuje del puerto y las rutas de navegación, sino también con una época más cálida que hizo posible su funcionamiento.

Un equipo multidisciplinar integrado por expertos en palinología –estudios de polen y esporas– y en sedimentología de las universidades de Santiago y la Complutense está detrás de este estudio que acaba de publicar la revista Environmental Archaeology. “A partir de microrrestos botánicos e indicadores geoquímicos y estratigráficos de los sedimentos, como la cantidad de materia orgánica o las características de arenas o limos, podemos inferir qué ocurrió en el pasado como si fuésemos detectives y reconstruir las distintas fases desde la época romana”, destaca la paleoecóloga madrileña Lourdes López Merino, que firma el artículo junto con los investigadores de la USC Rebeca Tallón Armada, Manuela Costa Casais, Noemí Silva Sánchez, José Antonio López Sáez y Antonio Martínez Cortizas.

La investigadora Lourdes López, en su laboratorio.

La investigadora Lourdes López, en su laboratorio. / Cedida

Las muestras en la parcela P3-6 de Rosalía de Castro fueron recogidas hace más de una década por Costa y Martínez durante la excavación realizada por las empresas Anta de Moura y Adro en las cubetas de evaporación y cristalización y en los canales que las surtían de agua de mar. Por aquel entonces, López Merino trabajaba en el Centro de Ciencias Humanas y Sociales del CSIC pero el estudio quedó interrumpido durante los 9 años en los que se fue a Reino Unido. Y lo retomaron cuando ella volvió a España para incorporarse a la USC con una Marie Curie.

“Después llegó la pandemia y volví a Madrid pero sigo realizando estudios en Galicia, tanto en yacimientos arqueológicos como en otro tipo de suelos. Ahora mismo, estamos estudiando turberas en la Serra do Xistral y volveremos en julio a coger muestras”, comenta López Merino, que actualmente es investigadora de la Unidad de Botánica de la Complutense.

La historia revelada por las salinas de Areal

Microfósiles hallados en el yacimiento de Areal. A) Quiste de alga dinoflagelada B) Grano de polen de cardo C) Grano de polen de brezo (uz) D) Grano de polen de gramínea E) Grano de polen de carballo F) Grano de polen de aliso (ameneiro) G) Grano de polen de abedul (bidueiro) H) Grano de polen de avellano (abeleira) / Cedida

Las muestras en la parcela P3-6 de Rosalía de Castro fueron recogidas hace más de una década por Costa y Martínez durante la excavación realizada por las empresas Anta de Moura y Adro en las cubetas de evaporación y cristalización y en los canales que las surtían de agua de mar. Por aquel entonces, López Merino trabajaba en el Centro de Ciencias Humanas y Sociales del CSIC pero el estudio quedó interrumpido durante los 9 años en los que se fue a Reino Unido. Y lo retomaron cuando ella volvió a España para incorporarse a la USC con una Marie Curie.

“Después llegó la pandemia y volví a Madrid pero sigo realizando estudios en Galicia, tanto en yacimientos arqueológicos como en otro tipo de suelos. Ahora mismo, estamos estudiando turberas en la Serra do Xistral y volveremos en julio a coger muestras”, comenta López Merino, que actualmente es investigadora de la Unidad de Botánica de la Complutense.

Respecto al yacimiento de Areal, los expertos concluyen que los factores ambientales en la zona atlántica de la Península Ibérica durante el Alto Imperio Romano propiciaron la actividad de las salinas. “Aunque ahora con el cambio climático la situación empieza a ser diferente, las condiciones de Galicia no favorecen la obtención de sal por evaporación solar en una zona costera. Pero en esa época los romanos sí lo hicieron porque fue más cálida que la actual y más seca. Es decir, las salinas no solo florecieron en el periodo altoimperial por el auge de todo un entramado sociocultural y económico, sino también porque las condiciones ambientales lo permitieron”, destaca.

Imágenes del yacimiento del que se extrajeron las muestras.

Imágenes del yacimiento del que se extrajeron las muestras. / M. Costa-Casais

Durante esa época, el nivel del mar estaba más elevado: “El ambiente de las salinas era de influencia marina. Lo sabemos porque encontramos los quistes de unas algas unicelulares que viven en el mar. Pero también hallamos en las muestras granos de polen de árboles como el carballo o el castaño. Esto nos dice que, aunque los paisajes eran abiertos porque ya estaban muy influidos por la acción del ser humano, en las zonas más forestales se encontraban las especies que ya conocemos y que hoy encontraríamos en una fraga, por ejemplo”.

El análisis de los sedimentos también revela que los habitantes de Areal en aquella época practicaban la agricultura y la ganadería. Los expertos encontraron granos de polen de cereal y también hongos coprófilos, que crecen sobre las heces de los animales.

“Y gracias a las señales geoquímicas también sabemos que durante la época romana había más fósforo, que tiene que ver con los desechos ganaderos y agrícolas, y una eutrofización de las aguas. Es decir, la actividad humana era tan fuerte en la tierra que llegaba a contaminar las aguas de esa costa. Y esto también lo hemos podido constatar por la proliferación de una cianobacteria relacionada con los aportes de fosfato”, explica.

Lourdes López, en el laboratorio.

Lourdes López, en el laboratorio. / Cedida

Sin embargo, el gran impacto ambiental generado por la intensa actividad humana en el entorno de las salinas de Areal fue decreciendo con el paso de los siglos hasta la Edad Media. El declive económico del Imperio Romano y el abandono de estas explotaciones de sal explican esta realidad, pero también, de nuevo, el clima es otro factor clave a tener en cuenta.

“Se volvió más frío. Otros trabajos antropológicos detectaron incluso cambios en la alimentación. Además, el paisaje se vuelve aún más abierto y empieza a tener lugar una activación eólica ambiental que da lugar a la formación de dunas. El ambiente de influencia marina anterior se convierte en una marisma, primero, y acaba transformándose en un sistema dunar tras la época romana que sella toda esa estructura arqueológica”, detalla.

Reconocidas mundialmente

Presumiblemente fue este enterramiento el que contribuyó a su conservación hasta nuestros días. “Las salinas están hechas con materiales perecederos. Los estanques y canales por los que entra el agua del mar solían ser de madera. Pero es probable que ese sellamiento ayudase a que hoy tengamos unas salinas de evaporación solar con una conservación extraordinaria a nivel mundial. Son muy reconocidas en el mundo arqueológico y para mí ha sido un placer tener acceso a las muestras y poder estudiarlas”, reconoce.

Varios investigadores de la USC que participaron en este estudio realizaron otro similar en otra parcela del yacimiento y analizaron los sedimentos solo desde el punto de vista geoquímico. “Ellos se centraron en el periodo desde hace 3.000 años hasta la época romana para determinar qué ocurrió antes de las salinas. Y llegaron al Imperio con unas conclusiones similares, las condiciones ambientales propiciaron esta actividad”, apunta López Merino.

“No es que exista un determinismo climático o ambiental sobre las acciones del ser humano, pero sí existe una interacción entre las posibilidades que ofrece el medio y las elecciones que se hacen. Este trabajo es un ejemplo de los resultados que se pueden obtener cuando se reúnen expertos de distintas disciplinas, arqueología, biología o geografía, para intentar reconstruir de una manera fidedigna lo que ocurrió en el pasado. Esta colaboración es la que permite ir encajando las diferentes piezas del puzle”, concluye.

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