Adiós a Fray Manuel Francisco Sordo del Villar, el padre dominico que huía de liderazgos y protagonismos

Manuel Sordo del Villar

Manuel Sordo del Villar

Fray Manuel Francisco Sordo del Villa falleció este viernes a los 81 años. Nacido en León el 27 de diciembre de 1941, fue el mayor de los cuatro hijos de Manuel y Consuelo, residentes en la capital castellana -lugar de destino de su padre-, oficial de farmacia del ejército del aire. Fiel a los orígenes familiares siempre se presentó, sin embargo, como asturiano.

Realizó sus primeros estudios en el colegio de los Padres Agustinos. En su primera juventud conoció la Orden de Predicadores Dominicos y, después, de un periodo de discernimiento, decidió ingresar en ella.

El 26 de octubre de 1962, tomó el hábito en el noviciado del convento de San Pablo de Palencia. Continuó sus estudios en Filosofía y Teología en los conventos de Ntra. Sra. de las Caldas y San Esteban de Salamanca. Fue en esta ciudad en la que fue ordenado sacerdote el 12 de Julio de 1969.

Poco tiempo después, Manolo recibió la invitación del Padre Aniano Gutiérrez para acompañarle en la fundación de una nueva casa en la ciudad de Vigo. A imagen de los primeros discípulos de Santo Domingo, a este lugar llegaron aquellos dos dominicos, en octubre de 1971, después de aceptar la propuesta del Obispo diocesano de hacerse cargo de una parroquia en un barrio que empezaba a formarse. Aquel barrio es Coia y aquella parroquia es nuestra comunidad del Stmo. Cristo de la Victoria.

Fueron aquellos años de intensa actividad, empeñados en construir desde sus cimientos una comunidad cristiana. El empeño tomó nuevo aliento, cuando después de la marcha del Padre Aniano, la comunidad se vio enriquecida con la llegada de Emilio y Juan.

Eran momentos convulsos y de gran relevancia histórica. La Iglesia acababa de celebrar el Concilio Vaticano II, que había abierto el camino a un nuevo modo de presencia de los cristianos en medio del mundo. En nuestro país, después de muchos años de dictadura, comenzaba a intuirse un futuro de transformación social.

Desde estos dos vectores de comprensión de la realidad y con la llegada poco después de las dominicas, se forjó un grupo humano empeñado en la misión de construir en nuestro barrio comunidad humana, a la vez que se edificaba la comunidad cristiana.

La tarea a la que consagró su vida

Y a esa tarea consagró Manolo su vida. Lo hizo tal como era. Lejos de liderazgos y protagonismos, con un trabajo incansable y concienzudo.

 Su pasión por el Evangelio le llevó a dar pasos de mayor profundidad en su vida de seguimiento de Jesús. En 1995 decide partir a Guatemala para allí acompañar a comunidades cristianas de cultura maya. A esa labor dedica tres fecundos años de su vida, hasta que después de su regreso y tras unos años en la comunidad de dominicos de Vallecas, vuelve a esta que ha sido siempre su casa.

En 2002, de nuevo en Vigo y con el mismo ánimo y entrega, siguió acompañando a nuestras comunidades cristianas y colaborando en mejorar la calidad de vida de nuestros vecinos.

Hace un par de años, ya enfermo, vio reducida su capacidad de trabajo. Sin embargo, hasta donde sus fuerzas se lo permitieron, continuó con la misma voluntad, el mismo cariño y la misma capacidad de contagiar vida, optimismo y esperanza.

Damos gracias a Dios por la vida de Manolo. Nos sentimos herederos de su legado y comprometidos con su inquebrantable voluntad de hacer presente al Dios de la vida en medio del pueblo.

* La Comunidad de Padres Dominicos de Vigo