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“En su día era dramático dar un diagnóstico; el avance ha sido tremendo”

El jefe de Reumatología del Chuvi, Ceferino Barbazán, se jubila tras 43 años de carrera en los que vivió un cambio “radical” en las terapias

Ala izq., Barbazán en los 80. A la derecha, el jueves, en el Meixoeiro. | CEDIDA/P.H. A. Blasco

La Reumatología gallega estaba “en pañales absolutos” cuando un joven Ceferino Barbazán comenzó a interesarse por la especialidad, hace 43 años. “Casi sudaba cuando diagnosticaba a un paciente viendo el pronóstico que podía tener y lo poco que podía hacer por él”, confiesa sobre aquellos primeros tiempos. Pero los nuevos tratamientos para enfermedades autoinmunes inflamatorias han cambiado mucho las cosas en las dos últimas décadas, al igual que la cara al comunicar los diagnósticos del que ha sido en los últimos 11 años el jefe de Reumatología del Chuvi. “Su calidad de vida ha mejorado de forma radical”, se congratula. La próxima semana, a las puertas de cumplir 68 años, colgará la bata. Su equipo deberá continuar “la gran pelea actual”: el diagnóstico precoz en estrecha colaboración con Primaria.

Ni por tradición familiar ni por vocación. Fue el departamento de orientación del centro a donde este vigués acudió a estudiar COU en Pamplona el que le abrió esta posibilidad. “Me dijeron cosas muy raras, que valía para Medicina o Matemáticas y lo primero me pareció mucho más sugestivo”, recuerda. Su padre solo puso un veto: Santiago, donde iba toda su pandilla de amigos, porque “iba a ser una fiesta tremenda”. Así que al año siguiente, en 1972, se trasladó a la ciudad que le correspondía por distrito universitario, Zaragoza, para estudiarla. Aprobando todo en junio, pasó los tres últimos veranos de la carrera en unas “maravillosas” prácticas en Medicina Interna de Povisa. “Veía absolutamente de todo, hacía todo lo que no podía en la facultad, porque éramos muchísimos”, relata.

Mes y medio después de licenciarse, integraba su plantilla. En una época en la que no existía el MIR, descubrió la Reumatología gracias al doctor José Luis Ferreiro Seoane, uno de los pioneros de la especialidad en Galicia. “Fue mi suerte y mi profesor”, resalta y añade: “primero, mi jefe; después, mi amigo; y un poco mi padre. Hice Reumatología con él, por él y casi para él”.

“Era dramático dar un diagnóstico. El avance ha sido tremendo”

“No tengo ni una gotera, pero ya debo haber cumplido profesionalmente y también hay que dejar sitio a otros”

Ceferino Barbazán - Jefe de Reumatología del Chuvi

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Pero en el hospital pequeño que era entonces Povisa no había posibilidad de crear un departamento propio y estaban dentro de Medicina Interna. Por lo que, cuando en 1988, a Barbazán lo llamaron del Xeral para llevar él solo el servicio de Reumatología que había abierto el catalán Javier Arasa, allá fue. Luego fueron dos especialistas hasta la fusión con el Meixoeiro hace once años. “Este fue un problema para el área, nadie tenía masa crítica para poder desarrollar técnicas”, opina. Y la atención se resentía. De hecho, mucha patología médica de huesos y articulaciones la llevaban los traumatólogos que “no tenían formación para eso”. “Hemos tenido que ir poniéndonos en nuestro sitio”. Ahora son ocho y el servicio ha avanzado mucho desde la fusión con investigación, consultas conjuntas con otros servicios... “No tiene nada que ver con no hace tantos años”.

Abordan enfermedades degenerativas evolutivas que afectan al aparato locomotor, como es la artrosis, donde aún no hay una terapia que frene este envejecimiento. Pero en las autoinmunes inflamatorias –artritis reumatoide, espondilitis anquilosante...–, que afectan a más órganos que las articulaciones y huesos, “el avance ha sido tremendo”, en fármacos. Antes “era drámatico” dar un diagnóstico ya que son muy prevalentes, pueden ser incapacitantes y afectan tanto a mayores como a jóvenes e incluso niños. “Ahora no es que se cure el cien por cien, pero muchos van maravillosamente”, aclara. Han llegado a gastar 4 millones de euros en un año en estas terapias, pero ahora los precios están bajando por el vencimiento de las patentes. Pero “compensa, es una verdadera inversión en calidad de vida”. Tienen unos 600 enfermos en tratamiento biológico.

Tras dos prórrogas pedidas al Sergas, la mujer de Barbazán le dijo: “También podías no pedirla”. “No tengo ni una gotera, pero ya debo haber cumplido profesionalmente y también hay que dejar sitio a otros”, reflexiona. Pasa el testigo de la jefatura al doctor Íñigo Hernández y pone deberes a su equipo: “Seguir desarrollando el servicio e introducirse en foros nacionales e internacionales, que tienen valía para ello y ya hay gente muy relevante a nivel mundial”.

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