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El impulso gallego a la arqueología española en Oriente

Un trabajo de la UVigo reconstruye las primeras excavaciones y el papel de personajes clave como el diplomático lucense Varela Dafonte

A la derecha, la autora del trabajo, Lucía Brage Martínez. Superpuestas, documentación sobre las primeras excavaciones FDV

Galicia jugó un importante y, sin embargo, desconocido papel en el impulso de la arqueología española en Oriente Próximo a mediados del siglo pasado. El diplomático lucense José Antonio Varela, secretario de la Embajada en Jordania, y el entonces sacerdote Maximino Romero de Lema, fundador de la Casa de Santiago en Jerusalén en 1955, fueron algunos de los personajes que, recogiendo el testigo del principal impulsor, el diplomático zamorano Virgilio Sevillano, hicieron posible que nuestro país se estrenase en el yacimiento de Mogaret Dalal el 14 de diciembre de 1960.

La investigadora Lucía Brage Martínez, actualmente directora del Museo Mares de Cedeira, reconstruye aquellos inicios a partir del fenómeno del coleccionismo, sus motivaciones y evolución a lo largo de la historia, así como del papel de la diplomacia desde el siglo VIII, en un extenso trabajo realizado en la UVigo y que incluye abundante material inédito.

Virgilio Sevillano, ante Hussein I Archivo familiar

Franceses y británicos iniciaron “la carrera por redescubrir Oriente” en 1842 y el resto de países se fueron incorporando al boom arqueológico. España se quedó al margen durante más de cien años por sus circunstancias y crisis internas hasta que Sevillano, que era embajador de España en Amman en los 50 tras su paso por Líbano, se propuso acabar con esta ausencia.

“Era una persona muy curiosa, a la que le gustaba aprender de todo. Y la arqueología le interesaba muchísimo desde niño. Empezó a mover los hilos entre España y Jordania pero no logró los permisos. Fue su secretario en la embajada, Varela Dafonte, el que siguió sus pasos, retomó sus movimientos y, junto con sus propios contactos y amistades en la Casa de Santiago, pusieron en marcha la primera excavación, que fue dirigida por Joaquín González Echegaray, el primer responsable del Museo de Altamira. He recuperado muchísima correspondencia y fotografías inéditas gracias a su familia y a la Universidad de Cantabria”, revela Brage, cuyo trabajo constituye su tesis doctoral bajo la dirección del arqueólogo de la USC Juan Luis Montero Fenollós.

Joaquín González Echegaray Archivo familiar

Brage, especializada en coleccionismo, museos y arqueología y, desde siempre, interesada por la historia antigua, se encontró con la figura de Sevillano por causalidad, mientras realizaba un trabajo final de máster. Una nota a pie de página, “apenas una línea”, mencionaba la existencia de una colección oriental en el Museo Provincial de Zamora y decidió viajar hasta allí para conocerla.

Libro de memorias del lucense José Antonio Varela Dafonte

En la tierra del diplomático, fallecido en 1975, conocían su dimensión como coleccionista y su interés por la arqueología. De hecho, escribió un libro sobre los yacimientos de la provincia. Pero su “faceta oriental”, compuesta por 247 piezas, permanecía custodiada en los depósitos.

Desde el principio, Brage contó con la colaboración del Museo de Zamora y de la familia de Sevillano para sacarlas a la luz y en 2019, junto con Montero Fenollós, comisarió una exposición y un congreso. “Es una colección preciosa, compuesta, sobre todo, por lucernas de muchísimos periodos históricos. Y mi ilusión es que la muestra se pueda repetir en unos años”, comenta.

En el Museo atesoran las anotaciones de Sevillano sobre cada pieza, pero además la nieta del diplomático, Lina Hidalgo, le regaló a Brage el diario de viaje en el que su abuelo describía los yacimientos que visitaba e incluía fotografías de los mismos. La investigadora ha recurrido a expertos en lengua árabe para tratar de localizarlos: “Es un testimonio muy interesante para recomponerlos. La conclusión es que la mayoría eran yacimientos de torres defensivas que rodeaban Amman y que fueron desapareciendo con el avance de la ciudad”.   

Puntas de flecha

Sevillano se jubiló y regresó a España poco antes del inicio de la primera excavación española en Oriente Próximo. Un sueño que se hizo realidad “gracias a los esfuerzos” de Varela Dafonte, quien actuó como enlace entre el Gobierno jordano y la Casa de Santiago, un centro de estudios bíblicos y teológicos pero también arqueológicos y que resultó “fundamental”.

“A partir de Mogaret Dalal comenzaron a realizar otras excavaciones propias como las de El Khiam. Los primeros años 60 fueron intensos y vivieron historias realmente fantásticas, no solo desde el punto de vista arqueológico. Encontraban escorpiones en el desayuno, un animal rondaba el campamento cada noche, coincidieron con el rodaje de “Lawrence de Arabia” y recibieron la visita de la policía del desierto a caballo y del rey Hussein I en helicóptero. Hay capítulos de película”, relata.

Olávarri Goicoechea, 1º por la izquierda, en Aroer.

A partir del 64, la arqueología española se asienta en la zona de la mano de Emilio Olábarri, otro de los personajes centrales de la tesis de Brage y que dirigió las excavaciones en el yacimiento bíblico de Aroer, además de ser posteriormente uno de los maestros de Montero Fenollós.

“Tenemos mucha relación con Oriente Próximo y Galicia estuvo en el inicio de la arqueología española en aquella zona"

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La tesis no solo revela una parte de nuestra historia que ignoramos, sino que también permite poner en valor y contextualizar las colecciones orientales que tiene Galicia, desde la donada por la familia de Varela Dafonte al Provincial de Lugo, a la del Museo Tierra Santa de Santiago, con piezas de El Khiam, pasando por el Museo de Pontevedra o las tablillas cuneiformes de la USC.

“Tenemos mucha relación con Oriente Próximo y Galicia estuvo en el inicio de la arqueología española en aquella zona. También es interesante que la gente sepa que en la actualidad sigue habiendo expertos trabajando en ese campo”, reivindica.

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