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El Chuvi confirma al año hasta dos casos de Creutzfeldt Jakob

Se trata de la enfermedad famosa por su variante de las vacas locas en los 90 I Anatomía Patológica realiza 90 autopsias al año

El Chuvi analiza siete cerebros al año por sospecha de “vacas locas” y confirma uno o dos | //

Los forenses realizan autopsias médico legales cuando quieren aclarar el motivo o las circunstancias de un fallecimiento fuera del hospital. Pero dentro de él, también se analizan cadáveres. Son necropsias clínicas y de ellas se encarga Anatomía Patología. Se las piden diversos servicios con varios objetivos: desde determinar la causa natural de la muerte o resolver dudas sobre la magnitud de la enfermedad, hasta confirmar el diagnóstico. Es el caso de la devastadora enfermedad de Creutzfeldt Jakob, que se hizo famosa en la década de los noventa por la variante que se adquiría al consumir carne de “vaca loca”. El servicio del Chuvi es referencia en Galicia para analizar postmortem todos los cerebros de personas que se sospecha que fallecieron por ella y otras enfermedades priónicas.

El jefe del Servicio de Anatomía Patológica, el doctor Joaquín González Carreró, explica que les llegan seis o siete sospechas de este trastorno cerebral degenerativo al año y se confirman una o dos. Se trata de una enfermedad con un deterioro cognitivo y motor muy rápido. El 90% fallecerá antes de que se cumpla el año desde los primeros síntomas. Y, aunque el médico tenga una sospecha muy fundada, no se ratificará el diagnóstico hasta que analicen el cerebro.

El doctor González Carreró destaca que, aunque son limitadas a una zona muy concreta del cuerpo, son autopsias de “alta serguridad” para las que deben enfundarse en un complejo equipo de protección individual –EPI, con mono completo, doble guante y gafas–.

¿Y cuál es el origen de los casos que siguen apareciendo cada año? “Es una enfermedad de aparición no clara; sin un claro antecendente de transmisión”, apunta el patólogo. Hay varios tipos de esta enfermedad. La variante de las “vacas locas” era adquirida. Es decir, por contacto con el tejido infectado. La mayoría de los casos que ven en Neurología del Álvaro Cunqueiro son del tipo esporádico, sin motivo conocido. Y hay un pequeño porcentaje que es hereditario.

En general, el equipo de necropsias de Anatomía Patológica del Cunqueiro, desde la pandemia, realizan alrededor de unos 90 casos anuales. La mitad, más o menos, son bebés fallecidos intraútero o en intervenciones legales del embarazo. En el primero de los casos se busca el motivo del fallecimiento. “Lamentablemente, la autopsia suele ser poco explícita o expresiva”, señala el doctor.

El resto suelen ser pacientes que suelen arrastrar enfermedades crónicas, con historial conocido, que mueren en el hospital de una forma no explicada o sobre la que surgen dudas clínicas. Medicicna Intensiva y Medicina Interna son los servicios que más demandan estas necropsias. Lo hacen “básicamente, por aprendizaje, por docencia, por si hay aspectos a corregir”. En definitiva para extraer enseñanzas.

Sin embargo, el patólogo subraya que, con las nuevas tecnologías, “cada vez hay menos espacio para la duda y la demanda es menor”. “Es un procedimiento en franca decadencia”, admite y destaca que “eran muy frecuentes hace 30 años”. El equipo de necropsias cuenta que estas vivieron un “declive lento y constante” desde 1990 y hasta unos años antes de la pandemia, en que se estabilizaron en torno a las 100 o 110 anuales. Al no disponer de un sala de necropsias preparada para cuerpos de personas con COVID –nivel de bioseguridad 3, el máximo–, se estableció un protocolo por el que el fallecido debe tener una PCR negativa en las 72 horas previas o realizarle una prueba al propio cadáver. Eso disminuyó hasta 90 las necropsias.

A pesar de este descenso, destacan su importancia, entre otras cosas, por ser el Chuvi un complejo con carácter docente, pero también como control de calidad de los procesos. “Habitualmente confirmamos todos los diagnósticos, pero de vez en cuando surge alguna sorpresa de la que se aprende”, señalan y lo ilustran con un ejemplo: “Puede que no se haya detectado con prueba de imagen algo que luego nosotros vemos”.

Reforma de la sala

El problema de no disponer de un espacio con el mayor nivel de bioseguridad se resolverá en poco tiempo. El Servicio Galego de Saúde ya ha sacado a licitación por 300.000 euros las obras de reforma de la sala de necropsias, con las que se pretende garantizar la seguridad del personal frente a agentes infecciosos.

El único acceso a la zona de necropsias atraviesa la sala en la que se encuentran la sala con las cámaras en las que conservan los cadáveres –tanto los que va a analizar Anatomía Patológica, como los que van a recoger funerarias–, por lo que es un paso frecuentado por más personas. Así es que se creará una nueva entrada diferenciada a la sala con una exclusa de limpio –por la que entrarán los profesionales con el equipo personal necesario en cada caso– y otra de sucio –para salir tras el trabajo, que contará además con una ducha–. También se creará un aseo propio y se reforzará la presión negativa –un sistema que evita que el aire del interior fluya fuera de la sala y lo limpia–.

La actuación aún no tiene fecha, pero una vez terminada, Anatomía Patológica del Cunqueiro estará en condiciones de realizar cualquier tipo de autopsia.

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