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Fernando Flores | Instituto de DDHH de la Universidad de Valencia

“Se argumenta que los mayores son menos productivos y no es cierto”

Vigo acoge hoy, por primera vez, el Foro Internacional “Vivir más, vivir mejor” sobre los derechos de las personas de la tercera edad

Fernando Flores. FdV

Con motivo del Día Internacional de las Personas Mayores, que se celebra cada 1 de octubre, HelpAge International España y Afundación celebran hoy en Vigo el VI Foro Internacional “Vivir más, vivir mejor”, en el que Fernando Flores presentará el informe Discriminación por razón de edad en el ámbito laboral en España.

–En el ámbito laboral, ¿qué franjas son las que se ven más afectadas por el edadismo y cuáles son las cifras de esa discriminación?

–En el informe constatamos que la franja en la que se concentran las mayores dificultades en el ámbito laboral es la que va de los 50 hasta los 64, aunque ya estamos viendo casos por debajo de los 50. En esta edad se activan una serie de estereotipos de manera muy intensa, se pierden oportunidades y, sobre todo, cuando estas personas salen del mercado laboral, es muy difícil que se vuelvan a reintegrar. Como dato, un 15% de la población mayor de 54 años en edad de trabajar está en paro. También encontramos que en el año 2007, la tasa de paro entre las mujeres mayores de 54 en edad de trabajar rondaba un 33% y en 2021 se situó en un 59%, mientras que en el caso de los hombres ha pasado del 63% al 71%.

–Las mujeres salen perdiendo.

–Sí, el paro de larga duración en estas edades les afecta más a ellas. Es cierto que la incorporación de la mujer al trabajo en los últimos años ha contribuido a reducir la brecha en la franja de los 45 a los 64 años y resulta muy curioso que, durante la pandemia, la pérdida de empleo les afectó más ellas, pero también lo recuperaron más rápido, aunque no ha sido suficiente para compensar el desequilibrio. Uno de los motivos es que los cuidados siguen estando feminizados.

–Resulta llamativo que en el mercado laboral se produzcan situaciones como las que viven los jóvenes, con dificultades de acceso debido a su falta de experiencia, y que al mismo tiempo se expulse a los trabajadores que sí la tienen.

–Efectivamente, es muy llamativo y está relacionado con la edad. En el caso de los últimos, la experiencia deja de ser un factor importante y los falsos argumentos que se dan son estereotipos como que se cansan antes, que se concentran menos, que tienen menos energía y son menos productivas, que son más resistentes al cambio y no quieren reciclarse, que están menos motivados, que no quieren formarse… Y está demostrado que esto no es cierto.

El problema aquí está en la generalización y a muchos hombres y mujeres que han perdido su trabajo en una edad avanzada, cuando buscan empleo, les preguntan la edad y en el momento en el que superan la barrera de los 50, directamente ya no los llaman. Esto recuerda a cuando antes se le preguntaba a una mujer en una entrevista de trabajo por sus intenciones de tener hijos y, entonces, las que quería acceder a aquel puesto lo negaban. Era el indicio de una discriminación y hoy en día se ve como tal. En el tema de la edad sucede lo mismo, porque tú no puedes realizar preguntas para discriminar a los aspirantes por su edad y ya hay empresas que están empezando a cuidar este aspecto.

–¿Esta discriminación por razón de edad es generalizada o predomina en algún sector en concreto?

–En aquellos sectores en los que la formación es más alta, las discriminaciones son menores, al igual que en los servicios, mientras que en el resto de profesiones, como puede ser el trabajo en fábrica, en construcción o en lo artesanal, la desventaja para las personas mayores es más alta porque esta discriminación está muy presente.

–En diferentes culturas, también en la nuestra, las personas de la tercera edad tenían mucho más peso que en la actualidad, ¿cómo se explica que hoy queden relegadas a un segundo plano?

–En una sociedad más tradicional, más familiar, se considera que las personas de mayor edad tienen una experiencia, que hay que respetarlas, que tienen más conocimientos… Pero en una sociedad tan individualizada como la actual, en la que solo se le da un valor al producto por el beneficio material y no por otros aspectos, nos encontramos con que las personas que se consideran menos productivas, son las menos queridas. En este sentido, también influye mucho la estética, ya que vivimos en un mundo en el que se asocia lo bello a la juventud, por lo que se destierra a lo que no lo es.

En 2050, en España un tercio de la población superará los 65 años. Ya estamos en la década de los 20 y nos encontramos con que, en el mundo de la publicidad y en la sociedad en general, no hay una relación proporcional entre los que se ofrece y lo que las personas son en apariencia. Si se usa una palabra como viejo, que es preciosa, de manera peyorativa, habrá muchas personas que no querrán verse mayores. La vejez es algo a lo que todos queremos llegar, pero no aceptamos vernos en ella.

–¿De qué manera se podría revertir esta situación? ¿Qué mecanismos podrían servir para paliar el edadismo en el ámbito laboral?

–La transformación debe venir de la mano de la sociedad en su conjunto. El mundo de los mayores se caracteriza por estar excluido de todas las estadísticas, por lo que en primer lugar es fundamental disponer de datos teniendo en cuenta a la tercera edad para detectar este problema. Las instituciones deben disponer de informes como el que hemos elaborado para configurar un mapa real de esta problemática y, a partir de aquí, aplicar políticas públicas que contribuyan a paliar o erradicar estas conductas, así como modificar normativas que obstaculizan su integración en el mercado laboral o que lo dificultan. Al igual que se emprenden políticas para garantizar el empleo juvenil, y con toda la razón del mundo, pues deberían existir políticas de empleo para personas mayores, que es donde encontramos el porcentaje de mayor ausencia en el terreno laboral.

En conjunto, la sociedad debe caminar hacia un cambio de cultura sobre los estereotipos con las personas mayores, porque no son más caras y tampoco son más inflexibles a la hora realizar cambios. De hecho, las empresas y los colectivos intergeneracionales, bien gestionados pueden llegar a tener una productividad y unos ambientes mejores. Es necesario organizarse para recuperar esta realidad. Es necesaria una sensibilización al respecto.

Lo más importante es saber que la discriminación por edad en el ámbito laboral existe, que afecta de una forma más intensa a las mujeres, que estas discriminaciones por comportamientos sociales y estereotipos son reales y que es necesario tener información sectorizada, para conocer dónde están los mayores problemas, por qué se producen y, a partir de ahí, formular leyes, normas y políticas públicas para que lo antes posible se vaya revirtiendo la situación. 

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