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Collares que hacen valer la dignidad

Las bromas sobre su talla llevaron a Guille a dejar el trabajo que le trajo a Vigo: ahora vende bisutería mientras busca otro

Guille Márquez junto a las diferentes piezas queha elaborado y vende en la calle Príncipe. JOSÉ LORES

Es la segunda semana de Guillermo Márquez vendiendo pulseras en la calle Príncipe, aunque no se dedica al comercio ambulante. Acabó en Vigo tras dejar su Sevilla, forzado a ello al verse sin trabajo. En Internet vio un anuncio puesto por unos feriantes que buscaban gente que les ayudase a instalar los cachibaches de las fiestas. Al principio la cosa iba “muy bien”, pero lo que empezó en Madrid con un par de eventos en los que le pagaron al contado terminó en Galicia, en los festejos de San Roque de Portonovo, entre tareas inapropiadas y vejaciones totalmente innecesarias.

“Llegamos un lunes y hasta el jueves no podíamos poner el aparato, entonces, aparte de mi labor, me mandaban limpiar a las 4 de la tarde, en pleno calor y con 42 grados, una caravana como siendo su criado”, dice “entre paréntesis”. “Eso no me gustó y estaban con las bromas: Anda que no llegas, que no puedes con el hierro. Soy una persona muy tranquila, pero llegó un momento que me cansé y me fui de ahí”, explica.

"Aparte de mi labor, me mandaban limpiar a las 4 de la tarde, en pleno calor y con 42 grados, una caravana como siendo su criado"

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Tras esa mala experiencia, y con el poco dinero que tenía, se dirigió a la ciudad olívica. Aquí cumple su tercera semana y su segunda vendiendo en la calle. Primero creó arbolitos de la felicidad, cuenta, y ahora, gracias a una amiga que ha hecho, tiene también collares y pulseras, que ha aprendido a confeccionar visualizando distintos tutoriales en Youtube desde su teléfono.

Esta actividad de la que poco saca diariamente –como mucho 15 euros alguna jornada, aunque haya otras que nada– la compagina con el apoyo que recibe por parte de Cruz Roja y el Ayuntamiento. “Son personas muy amables”, dice, destacando que actualmente le están facilitando un lugar en el que alojarse, ducharse, pero también comer y beber. “Son mi salida”, añade, mostrándose agradecido por la ayuda que le proporcionan ambas entidades.

“Estoy con mi enfermedad, no tengo problema ninguno. Al revés –resume–, soy feliz como soy”

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Su objetivo ahora, pese a lo que pueda parecerle a algunos de los transeúntes que pasean por Príncipe, es encontrar trabajo. “Hay muchos clientes que me preguntan, porque hay mucha gente de todo tipo pidiendo en la calle, si quiero el dinero para alcohol o para drogas. Yo no”. Considerándose una persona que se adapta a todo tipo de trabajo, desde pintar a transportar objetos, enumera, admite que solamente necesita una oportunidad.

Guille tiene acondroplasia –una alteración ósea caracterizada porque todos los huesos largos están acortados simétricamente que provoca un crecimiento disarmónico del cuerpo– posee una discapacidad del 41%, pero evidencia que no tiene límites ni mucho menos complejos. “Estoy con mi enfermedad, no tengo problema ninguno. Al revés –resume–, soy feliz como soy”.

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