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Tomás Castro, tetrapléjico vigués: “El COVID me ha dejado casi sin voz”

Tomás Castro, en la residencia DomusVi Salesas. Marta G. Brea

Hay personas a las que la vida se lo ha puesto muy difícil, y el COVID se lo ha complicado todavía más. Es el caso del vigués Tomás Castro Fernández. Con solo 45 años, los problemas de salud han marcado buena parte de su existencia.

El calvario empezó en 1995, cuando le diagnosticaron neurofibromatosis plexiforme, una enfermedad provocada por tumores que atacan a las diferentes estructuras nerviosas del organismo. Esta patología le llevó a pasar por quirófano tres veces, y tras la tercera empezó a perder movilidad hasta que un día ya no fue capaz de levantarse y sufrió un infarto medular que lo acabó postrando en una silla de ruedas para el resto de su vida. Concretamente, lleva desde 2009 en una silla. Al principio tenía algo de movilidad, especialmente en las manos, pero ahora la parálisis es ya completa.

Tomás Castro es tetrapléjico y ha pasado por diferentes clínicas de neurorrehabilitación en Galicia para intentar frenar las imparables consecuencias físicas de la enfermedad. Ahora lleva varios años ingresado en la residencia DomusVi Salesas, ubicada en Teis. Aunque es un centro destinado fundamentalmente a mayores, también está preparado para atender a personas como Tomás, que es completamente dependiente. El año pasado se contagió de COVID, “aunque afortunadamente lo pasé de forma asintomática”, asegura este vigués.

Pero en enero de este 2022 le empezó a costar respirar y tuvieron que trasladarlo al hospital. Lo que se pensaba en un principio que era una neumonía causada por sus problemas de salud previo acabó siendo un segundo contagio de coronavirus, diagnóstico que le confirmaron al llegar al hospital, donde permaneció ingresado un mes en estado “casi inconsciente”. “Lo más duro fue que mis padres tenían que venir a visitarme con trajes de protección, y apenas los reconocía”, recuerda Tomás. Pero también hubo consecuencias físicas. “Me dañó mucho el pulmón izquierdo, tenía la lengua cuarteada, y perdí bastante voz, antes se me escuchaba y se me entendía mejor”, asegura este vigués.

Habla en susurros a través de un micrófono, y los propios profesionales de la residencia certifican que tras ese segundo contagio ha perdido buena parte del habla. “Cuando empezó el año, mi propósito era no ingresar en el hospital. Pues no tardé ni una semana”, rememora, entre la broma y el recuerdo de aquellos momentos tan complicados para él y su familia.

Antes de empezar su travesía por diferentes centros residenciales, Tomás Castro Fernández vivía con sus padres en la vivienda familiar en García Barbón. Tenía un futuro profesional muy esperanzador después de licenciarse en derecho y llegó a realizar prácticas como jurista en diferentes despachos de abogados. Estaba estudiando para varias oposiciones cuando el médico le dijo que la enfermedad le impedía retener datos para afrontar esos exámenes, y ahí este vigués se dio cuenta que sus expectativas laborales no se cumplirían y no podría trabajar prácticamente ya durante el resto de su vida.

Sus aficiones: el Barça, los audiolibros y las series

Pero eso no quiere decir que Tomás no pueda hacer muchas cosas. Sus amigos van a la residencia habitualmente a recogerle para ir a ver fútbol a algún bar de Teis. “Soy del Barcelona y me gusta ir a ver sus partidos”, explica Tomás. Y sale con los padres con frecuencia a dar paseos por el centro de la ciudad, y no se perdió por ejemplo en las pasadas navidades una ruta para ver el alumbrado de Vigo.

Esas visitas habituales tanto de los padres como de los amigos se reactivaron después de las restricciones que marcaron a las residencias durante la pandemia. Y cuando está solo tampoco se aburre. No para de escuchar audiolibros y ver series es una de sus grandes aficiones. Está enganchado a Netflix. “La última que vi fue The Blacklist, y me encantó”, recuerda Tomás, que nunca pierde el buen humor pese a las dificultades que tiene que enfrentar en su día a día, y es una de las personas más queridas en la residencia. Le gusta estar en la terraza, sobre todo ahora con la llegada del buen tiempo.

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