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“Cuando no vi mi quiosco me eché a llorar”

Tere, en su nuevo puesto delante del mercado del Calvario. | // JOSÉ LORES

Aunque ya solo le quedan dos años para jubilarse, Tere, como le gusta que le llamen, estrenaba nuevo quiosco delante del mercado del Calvario al mismo tiempo que todos nos sacábamos las mascarillas. Como cada mañana, sale con su furgoneta a hacer el reparto por casas particulares y bares antes de abrir su “puestito”. Al pasar por la calle Urzáiz, esquina con la calle Cristo, sus ojos empezaron a humedecerse. “Acabé llorando como una magdalena”, confiesa. Y es que esa pequeña intersección ha sido su casa laboral durante 30 años y al rebasarla con su vehículo y “no ver mi quiosco, me impactó”.

No pasó inadvertida su ausencia para los vecinos de la zona que se despertaban con la instantánea del hueco vacío de “la Tere” colgada en las redes sociales. Decenas de comentarios empezaron a surgir en cascada teñidos de cariño y emoción.

Y es que el cambio de ubicación vino promovido por la apertura de un nuevo local que topa con el quiosco de Tere y tapa uno de las ventanas del futuro establecimiento. Así que pidió permiso al Concello para cambiar de puesto y ahora lo hace delante del Mercado de Abastos del Calvario.

De pie y con paraguas

Pero Tere, como muchas autónomas incipientes en la década de los 70, tiene una historia. En esa pequeña esquina empezó vendiendo periódicos pero sin quiosco, de pie. “Allí había un pequeño bar que solo abría por las tardes y por las mañanas, con su permiso, cuando llovía usaba un pequeño hueco que daba hacia adentro, y allí ponía los periódicos que tapaba con un plástico. ¡No se mojaba ni uno! El resto de los días vendía de pie, como en las películas americanas”, recuerda Tere.

Son muchos los huérfanos de su simpatía y buen hacer con los vecinos de la zona, que no dudan en visitarla en su nueva ubicación. Por el momento, no sabe si sus ventas bajarán o subirán aunque ella confía en que su clientela es “fuerte y fiel” porque lleva muchos años en el negocio.

En el barrio del Calvario no existe una sola persona a quién se le pregunte que no la conozca. “La Tere” es mucho más que una quiosquera. “Forma parte de tu día a día”, dicen los vecinos. “Yo voy todos los domingos a por el periódico, porque ese día trae un crucigrama que me gusta mucho, y Tere ya me lo tiene preparado. No es como un autoservicio, por eso, voy a comprárselo a ella”. Como cada día, Tere sigue haciendo su reparto diario de sonrisas.

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