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Un Jueves Santo como los de antes

Cientos de vigueses vibraron con las primeras procesiones después de dos años de ausencia | Un centenar de voluntarios se encargaron de portar las imágenes

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Reencuentro de pasión en Jueves Santo Jose Lores

Había ganas de Semana Santa después de dos años de ausencia de procesiones, pasos y del ambiente familiar que suele concentrarse en estos días en las calles de la ciudad. El Jueves Santo se celebró a prueba de nervios y expectación por volver a vestirse para una cita excepcional, llevar una vela a la imagen por la que sienten devoción, o simplemente admirar las imágenes. Decenas de personas se agolpaban a las puertas de sus respectivas parroquias para asistir a los cultos que preceden a las procesiones. En el caso de Santiago de Vigo –la más madrugadora– y la concatedral-basílica de Santa María, donde decenas de parejas, grupos de amigos e incluso jóvenes entraban a los templos para asegurarse un sitio en los bancos antes de comenzar el oficio. “A estas cosas hay que venir con tiempo porque sino después tienes que estar una hora de pie. Y como es la primera vez que tenemos Jueves Santo después de tres años pues sabía que iba a venir mucha gente y vine media hora antes”, destacaba María Duarte, asidua feligresa de la iglesia del Santiago el Mayor.

Mientras, en el Sagrado Corazón de Jesús, los olívicos llegaban poco a poco para participar en el culto del que a continuación saldría la primera gran procesión del centro de Vigo. Durante la celebración de la eucaristía, la cofradía de Nuestro Padre Jesús del Silencio junto con los costaleros de la ya desaparecida Hermandad de la Pasión preparaban sus posiciones para sacar los pasos del Cristo y el Paso del Calvario. El nerviosismo entre los cofrades se palpaba en cada detalle: la recolocación de sus túnicas, la revisión de los faldones, la batería de luces, el repaso en la coordinación de los pasos, o en la perfecta caída de las capas de estreno de las imágenes. Más de 100 costaleros movieron los carros con las diferentes andas que portaban y que durante más de dos horas recorrieron las calles. Un metro tras otro los cientos de vigueses que ayer procesionaban secundaban diligentemente los pasos que ayudaban a marcar la banda de música que contribuyó a la introspección propia de los momentos litúrgicos que representaban las tallas: la adoración en el huerto, la primera caída y la Santa Cena.

Al avanzar por la procesión llamaba la atención el paso del Ecce Homo que sostenían con gran poderío 20 costaleras que no arrastraban ningún tipo de cansancio, más bien una satisfacción conjunta que se hizo notar en la perfecta coordinación entre ellas. El “no puedo más” no se escuchó en ningún instante del trayecto. El silencio fue uno de los grandes protagonistas de la jornada de ayer en la procesión, que fue interrumpido por la parada en el cruce con la calle García Barbón donde se vivió uno de los momentos más emotivos con la actuación de la coral que logró emocionar a los asistentes y creó un clima de absoluta conexión con la representación de la Semana Santa.

Desde la organización diocesal están muy satisfechos tanto con la respuesta de los vigueses como con el resultado de las procesiones. “Somos conscientes que hemos tenido menos tiempo del habitual para organizar la Semana Santa porque siempre existía la sombra que al final no pudiese celebrarse por las restricciones sanitarias. “Ha salido todo bien gracias a todos los que lo han hecho posible, como las cofradías, el concello o a la asociación Vodea, que se volcaron como voluntarios costaleros”, explica Carlos Borrás, delegado territorial para la Semana Santa en Vigo.

“Es la primera vez que nuestra hija va a vivir la Semana Santa”

La ilusión por vivir la Semana Santa después de dos ediciones sin celebrarse es latente en muchos feligreses que ayer se estrenaban en una procesión. Es el caso de la pequeña Carla, que con casi tres años, nunca había podido acudir ni a las procesiones, ni ver a la Borriquita de cerca. “Es que nació poco antes de la pandemia y no pudimos traerla. Es la primera vez que nuestra hija va a vivir una procesión. Está muy emocionada porque para ella esto es una fiesta, que entre salir de paseo en procesión y las monas de chocolate que los padrinos le prometieron, está feliz”, resaltó Mónica Gómez, madre de Carla. Además de las nuevas incorporaciones que esta retornada Semana Santa está registrando, la tradición sigue mandando en esta época de reflexión. Los incondicionales que viven con auténtica pasión estos días santos siguen siendo mayoría a las puertas de las principales iglesias de la ciudad olívica. “Teníamos muchas ganas porque en 50 años nunca falté ni una sola vez a las procesiones de Jueves y Viernes Santo. Y ahora nos perdimos ya dos. Porque además es una semana en la que muchas familias se juntan. Siempre organizábamos una gran comida respetando la vigilia, claro, y se estaba perdiendo. Así que muy contentos”, explicaron Antonio Garrido y Carmen Expósito.

Las nuevas generaciones se están apuntado a la tradición por curiosidad. “Venimos a misa y luego iremos a la procesión porque creemos que la iglesia se está renovando y se empieza a mostrar más transparente y más abierta. Así que ahora nos apetece más. Y también es un motivo para salir y hacer algo diferente”, subrayaron Anastasia Freire y Paula Cobas. Los que llegan media hora antes para coger sitio, los que vienen por primera vez, los que lo hacen por curiosidad y también están los que estrenan traje o vestido. Es el caso del matrimonio Gómez-Sayáns, que decidieron este año, que por fin se celebraría la Semana Santa, era una ocasión más que perfecta para lucir vestimenta nueva. “¡Y cómo no, mi cristiño del silencio bien lo merece! Hace dos semanas fuimos a la tienda y elegimos uno para mí y otro para él”, concluyeron.

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