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La Candelaria vuelve a brillar

Decenas de fieles y vecinos acompañaron a la Virgen que se quedó sin procesión por precaución sanitaria

Arriba, momento en el que la Virgen de la Candelaria hace entrada en la capilla de Santa María de Castrelos. A la izda, grupo de charangas amenizando la jornada festiva. Abajo, Caballero entrega la ofrenda a los abuelos de más edad. | // FOTOS: ALBA VILLAR

Los 20 grados que ayer bañaban la plaza de la iglesia de Santa María de Castrelos hicieron que los huecos en sombra estuviesen cotizados. Y es que el día acompañaba a la celebración de la romería de la Candelaria, la primera desde la entrada de la pandemia. El año pasado solo se realizaron las misas de rigor, pero sin el ambiente festivo que ayer se empezaba a notar entre los vecinos que tenían ganas de festejar a su santa. La charanga y los gaiteiros amenizaban los alrededores de plaza, que algunos asistentes aprovecharon para arrancarse un esporádico baile al son de pasodoble. Pero lejos queda aún la fiesta que la Candelaria solía ser antes del COVID. “Consideramos que todavía es pronto para abrir el bar que desde la organización instalábamos para el día, o la comida tradicional con callos y cacheira. No habrá tampoco banda ni orquesta”, apunta Alejandro Silveira, presidente de la comisión de fiestas.

La Candelaria vuelve a brillar

La procesión no ha salido como de costumbre al término de la misa solemne “por precaución sanitaria y para respetar las distancias de seguridad, ya que es un momento en el que la gente se puede emocionar y por lo tanto, relajarse e incumplir el protocolo”. El párroco habitual tuvo que ser sustituido al haber dado positivo en COVID y la eucaristía recordó a los mejores tiempos de esta celebración. Sin bancos y con los asistentes de pie, la iglesia se quedó pequeña para albergar a todos los fieles que querían ver a la Virgen de cerca. Más de medio centenar de personas se quedaron siguiendo la misa desde fuera a través de la megafonía, instalada específicamente para la ocasión. Los más atrevidos se subían a los discretos muros que rodean la entrada lateral de la capilla para poder contemplar el interior.

La Candelaria vuelve a brillar

Rosquillas y quesos

Los puestos de pan, rosquillas y quesos vestían una plaza que después de concluir la misa solemne empezó a llenarse. Es en ese entonces donde rosquilleiras y panaderas pueden apurar las ventas. “Desde que estamos en pandemia, esto ya no es lo mismo. Está muy flojo. Y es ahora, cuando sale la gente de la misa que podemos hacer algo, porque durante la mañana no hemos vendido casi nada”, lamenta Eliezer López, rosquilleiro.

La tradicional ofrenda a los abuelos de mayor edad de la parroquia –que este año recayó en Antonio Pujales y Herminia Do Campo (póstumo)– estuvo presidida por el alcalde de Vigo, Abel Caballero y el presidente de la comisión de fiestas. “Aunque ya celebramos otra pequeña romería en Matamá, hoy puede considerarse la primera gran celebración del año. Hay que ir recuperando la normalidad de ocio que teníamos antes de la pandemia. Con precaución, sí, pero sin miedo. Hemos venido a entregar un detalle a los abuelos, uno de ellos ha fallecido recientemente pero la familia quiere recibirlo igual en su honor”, destacó Caballero. También la delegada de la Xunta de Galicia y líder del PP vigués, Marta Fernández-Tapias quiso arropar a los abuelos más longevos de la parroquia, con la entrega de otro presente para conmemorar este día de la Candelaria tan importante para sus vecinos.

Otro de los momentos más emocionantes que se vivieron durante la ceremonia de honra a la Virgen fue la tradicional suelta de palomas que este año ha cambiado la escenografía. La liberación de las aves se produjo, finalmente, en el exterior para delicia de las decenas de personas que no pudieron acceder al templo. Un instante especial que los asistentes premiaron con un caluroso aplauso.

Para muchos, el homenaje a la Virgen de la Candelaria es el día más importante de la parroquia y nunca faltan a la cita de cada mes de febrero. “Llevo viniendo desde hace 50 años y siempre lo hago con la misma emoción que el primer día. Es verdad que aún le falta mucho para ser lo que era, pero por lo menos este año huele a fiesta”, resalta Olga Estévez, vecina y sobrina de la abuela homenajeada este año, y que lamentablemente ha fallecido hace pocos días.

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