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Águeda Gómez. | // M.G.B.

águeda gómez | Directora de la Unidad de Igualdad de la UVigo

“Hay que dar apoyo económico y soporte a las que se animan”

“Los estereotipos empiezan a forjarse en Primaria y luego es muy difícil”

–Los datos evidencian lo difícil que es paliar la brecha de género en las carreras tecnológicas.

–Es muy complejo. Por un lado, están los estereotipos. Vemos día tras día que los grandes empresarios de Silicon Valley y los amos de internet son hombres. Y también influyen las cuestiones económicas. Percibimos estos espacios como hostiles para las mujeres y muchos padres sin demasiados recursos prefieren no animar a sus hijas a estudiar estas carreras si luego van a tener problemas. Una forma de resolverlo sería que las administraciones apoyasen a estas alumnas con becas. Desde la Cátedra que tenemos con la Diputación de Pontevedra entregamos premios a las estudiantes con mejores expedientes para apoyarlas y animarlas a superar todos estos obstáculos. Y también trabajamos mucho en torno al Día de la Mujer y la Niña en la Ciencia para desterrar los estereotipos en los colegios. En Primaria se empiezan a forjar y luego es muy complicado cambiarlos. Las escuelas también trabajan en este sentido, pero los estereotipos se reproducen a través de los temas mainstream de los medios de comunicación e internet y las series de televisión y la plataformas.

–Hay muchas investigadoras y alumnas de la UVigo comprometidas en ser esos referentes que ellas no tuvieron.

–Curiosamente, en los temas de Inteligencia Artificial son las mujeres la que están siendo pioneras en la mejora de los logaritmos para que no discriminen. Somos pocas, pero destacamos en brillantez y en una mirada crítica y ética. Los programas Experimenta en feminino y Elas fan Cien Tec son iniciativas generosas y altruistas de las propias investigadoras y alumnas que acompañamos desde la Unidad de Igualdad. A lo largo de la historia ha habido muchas mujeres extraordinarias pero han sido invisibilizadas por el efecto Matilda. Lo vemos en la película “No mires arriba”, donde el profesor se lleva el mérito del descubrimiento de la doctoranda.

–¿Qué se puede hacer desde la universidad?

–Es una mezcla de estrategia económica, de formación en igualdad y de muchas campañas y referencias colectivas. Hay que pensar que las universidades tienen muchos siglos de vida, son una casa y cosa de hombres, y bastante se ha acelerado el cambio. En las convocatorias de investigación se ha incluido la perspectiva de género, lo que ha supuesto una revolución. Faltaría que el mundo de la cultura también haga esta reflexión. Nosotros tratamos de que nuestros alumnos de Comunicación Audiovisual salga con una perspectiva de género.

–A pesar de sus reticencias, los datos demuestran que las mujeres que cursan ingenierías tienen expedientes más brillantes que sus compañeros.

–Sí. Pero la realidad es muy compleja. En el primer curso de Ingeniería Aeroespacial había un 40% de alumnas y ahora han vuelto a caer al 26%.

–Sin embargo, siguen siendo mayoría en ciencias de la salud y educación.

–Pero luego ocurre que la situación laboral de los alumnos de Fisioterapia es mejor que la de ellas y tienen más puestos de dirección. Esto es algo que tiene que ver con los mandatos sociales, las mujeres son seres para otros y los hombres, para sí mismos. Se vio en las universidades durante el confinamiento, los datos demuestran que ellas dedicaron más tiempo a tutorizar al alumnos y ellos a producir papers, que es lo que redunda en salario. Las autoridades tienen que compensar esta tendencia. Y desde el Observatorio de Igualdad estamos comprometidos con la visibilización de los datos para que no pasen desapercibidos y combatir el negacionismo.

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