El asesinato grupal de Samuel y los casos de violaciones en manada que sacuden el país en los últimos tiempos han puesto de manifiesto una alarma social que quizá ya existía, pero estaba dormida o silenciada. La concepción de defensa personal había sido restringida tan solo a aquellos –mayoritariamente hombres– vinculados a la lucha.
“Ha cambiado la visión. Se pensaba que no era apta para ellas, que era más para el sector masculino. Pero es falso, todo el mundo tiene derecho a defenderse”
En la franja de adultos, a día de hoy, mujeres y hombres, a partes iguales se matriculan en las clases, una tendencia que ha cambiado hace poco tiempo.
Fue hace uno o dos años, cuando se produjo el bum de las mujeres que se apuntaron a defensa personal. “Coincidió con un montón de casos de agresiones y asesinatos a mujeres que se convirtieron en mediáticos. Pasa bastante. Hay un repunte de matriculaciones cuando esto sucede”, corrobora Meana. La inseguridad, la falta de autoestima, el bloqueo ante situaciones comprometidas o haber padecido una agresión en una situación inicial de conflicto son solo algunos de los motivos por los que acuden a este tipo de entrenamientos.
La amenaza con arma blanca o mediar en una agresión son algunas de las situaciones que los hombres tienen que enfrentar y que en ocasiones, se les escapa de las manos y no saben como reaccionar.
“Los agarrones, empujones al suelo, acoso o sentirse más seguras” son las motivaciones principales para las mujeres que deciden probar su primera clase de defensa personal. Es el caso de Ana Pol (28), alumna de SKM. Aunque siempre le había atraído el mundo de las artes marciales, la necesidad de protegerse ha sido un incentivo para iniciarse. “Es que nunca está demás. Nunca piensas que puede pasarte algo, pero, ¿Y si pasa? Hay que estar preparada. Además, es una forma muy entretenida y amena de hacer deporte. Tenemos que perder el miedo. No es cuestión de fuerza ni edad, es cuestión de repetir mucho un movimiento hasta mecanizarlo dentro de ti. Es así como puedes reaccionar ante una posible agresión”, señala.
En el caso de las palizas en grupo solo hay tres opciones posibles: “Te bloqueas, luchas o huyes. El objetivo siempre es luchar, ponérselo difícil al otro”. La interiorización de los movimientos, la preparación mental, y conocer los posibles riesgos son los ejes fundamentales para reaccionar ante la situación. “Si no se puede escapar, lo que hay que hacer es cubrirse, e intentar moverse hacia una superficie como una pared porque así ya evitas que te sorprendan por detrás. En las clases hacemos simulacros controlados, con todas las medidas de seguridad, de agresiones en grupo para poner en práctica las técnicas más efectivas para tratar la impotencia de estar en esa situación. Hay formas de salir lo mejor posible”, indica Meana.
En Vigo son algunas las escuelas que ofrecen clases de defensa personal. Mientras SKM apuesta por un sistema mixto de entrenamiento “porque a las mujeres las sitúa en situaciones reales”, en Kiap, los entrenamientos están dirigidos solo para ellas. Su gerente, Alfonso Guedella, abrió este servicio hace tres años, precisamente, ante “la percepción de inseguridad social que se estaba viviendo”. Desde los 12 hasta los 70 años aprenden “los catorce movimientos que le darán la seguridad para afrontar una agresión o una maniobra no deseada”.
Cada vez más niños y adolescentes por el “bullying”
Las clases de defensa personal para niños y adolescentes también han aumentado en los últimos tiempos. Pero en este caso, las motivaciones son diferentes tanto desde el punto de vista de los padres como de los perfiles de los menores. En el caso de las niñas que comienzan a ir solas al colegio por primera vez “les proporciona una seguridad y a los padres, una tranquilidad”, apuntan los progenitores. A los niños les ayuda a canalizar la energía –en muchos casos, la agresividad– y ganar en autoestima. Pero a todos les ayuda a enfrentarse a situaciones de “acoso o bullying” que cada vez proliferan más en el entorno escolar. Desde SKM les proporcionan herramientas que les ayudan a gestionar un conflicto o defenderse cuando se encuentren en inferioridad de condiciones.
