Más de quince conciertos cancelados, ocho meses sin ensayos, un centenar de personas sin contacto... los número que rodean a la Coral Casablanca desde el inicio de la pandemia no son los deseados pero como bien indica su director, Óscar Villar, “nuestro interés por la música suple las deficiencias e tanto tiempo sin practicar”. Y por fin ayer volvieron a juntarse. Lo hicieron por tandas, respetando las distancias y sin olvidar la omnipresente mascarilla.

La agrupación, una de las más queridas e imponentes en la ciudad, retomó ayer sus ensayos desde octubre del año pasado, cuando celebraron su último concierto. Ponerle fecha al próximo sigue a expensas del COVID. “Ahora mismo estamos ensayando por cuerdas, es decir, en grupos de 20 y que no coincidan unos con otros. Cuando tengamos que preparar un concierto sí que no nos quedará otra que juntarlos a todos por lo que necesitaremos un local muy amplio, ya sea el Puerto o un hall de Peinador, ya me da igual. Lo importante es poder volver a hacer cosas”, revela el director de la Casablanca y de las demás corales de la Fundación, que por el momento continúan sin fecha prevista para retomar los ensayos. “Tanto con el coro infantil como el juvenil hay que pensar que en sus clases están en grupos burbuja por lo que no queríamos juntarlos. Y en cuanto al Gepetto o Sonidos de la Memoria son personas mayores y especialmente vulnerables, por lo que hemos preferido no correr ningún riesgo. Que muchos estén vacunados no quiere decir que no puedan contagiarse”, esgrime.

Villar es consciente que las condiciones bajo las que deben ensayar no son las más idóneas pero prefiere no entrar en la “negatividad”. “Ensayar así es mejor que nada; prefiero hacer algo que quedarnos a esperar, tomando siempre las medidas adecuadas”, revela el director del coro por más de tres décadas.

Este regreso a las instalaciones del Náutico obedece a una mejora en las restricciones. Y es que reconoce no hubiesen podido esperar mucho más tiempo. “Para una coral como la nuestra, con 130 voces, estar parados ocho meses es una eternidad. Es casi, casi como volver a empezar. Calculo que tardaremos mes o mes y medio en estar en plena forma, recuperar sensaciones y nuestra conexión por la música, que es lo que nos une a todos”, expresa Villar.

Pero no solo será la música lo que recuperen con esta vuelta a los ensayos, sino también las vivencias que todo grupo tiene con sus semejantes. “Todas las personas del coro son muy homogéneas en cuanto a la forma de pensar. El que viene a la Coral Casablanca no lo hace por uno o dos años, sino 30, 40 o 50; es como una segunda familia”, considera el director.

Y tiene mucha razón cuando habla de esta segunda familia, porque para muchos de sus miembros, la coral tiene un importante componente social. “Antes terminaban los ensayos y los grupitos más afines se iban a de cañas o a cenar. Nosotros quedábamos entre 3 o 4 días a la semana, y esto formaba parte de su rutina, de su día a día. Para mucho era su momento de ocio”, revela Óscar Villar.