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Vuelven los abrazos de los familiares en las residencias de mayores tras más de un año

Teresa Villar y su hijo Javier Rodríguez, ayer, en la residencia DomusVi Salesas, en Teis. Ricardo Grobas

En marzo de 2020 empezaron a registrarse los primeros casos de coronavirus en las residencias de mayores. Desde entonces, hace ya más de un año, se tomaron medidas extremas en estos centros para minimizar los riesgos de contagio. Y las limitaciones afectaron sobre todo a las visitas de los familiares, que al principio de la pandemia directamente se prohibieron y conforme comenzó la desescalada se fueron permitiendo a cuentagotas: primero con solo una visita semanal y de un único familiar, y poco a poco con mayor frecuencia.

Pero no ha sido hasta ayer cuando se autorizó el contacto físico entre los mayores y sus seres queridos. Es decir, más de un año sin tocarse, sin abrazarse, sin poder besarse. Mucho tiempo para un colectivo que en su mayor parte es fuertemente dependiente y que ese distanciamiento de sus familiares ha provocado auténticos estragos a nivel cognitivo. Pero la vacunación en los geriátricos ha puesto fin a eso y salvo que la pandemia vuelva a pegar con fuerza, parece que el contacto físico ha vuelto para quedarse.

Los momentos emotivos en las residencias de la ciudad se contaron ayer por puñados. Uno de ellos fue el protagonizado por Teresa Villar, mujer de 78 años que lleva desde 2019 en la residencia DomusVi Salesas, ubicada en Teis, y su hijo Javier Rodríguez. “Lo cierto es que en nuestra familia nunca fuimos muy cariñosos, pero ahora ya tocaba darnos un buen beso y un gran abrazo. Ya es de por sí duro tener a tu madre ingresada en la residencia porque en casa no podemos para además no poder prácticamente acercarnos a ella”, explica Javier, uno de los dos hijos de Teresa, que tiene Alzhéimer pero en un grado no demasiado avanzado y que por tanto reconoce a sus familiares y puede mantener una conversación con ellos.

Vecinos de Chapela, Javier y su hermano pasaron los momentos más complicados de la pandemia “profundamente asustados” por las noticias que llegaban desde las residencias. Afortunadamente en DomusVi Salesas se registraron pocos casos y su madre nunca estuvo contagiada. En las últimas semanas ya pudieron salir con ella a dar pequeños paseos, y ahora ya la pueden abrazar. “El contacto físico con los familiares es fundamental porque después de tanto tiempo ayuda en la estimulación cognitiva. Es clave para las terapias de recuperación”, explica Alba Covelo, trabajadora social en DomusVi Salesas.

Las nuevas condiciones permiten también llevarse a los ancianos a casa. En este caso, de momento la familia de Teresa Villar no se plantea hacerlo, aunque de cara al verano sí están estudiando la posibilidad de trasladarla una temporada a la aldea ourensana en la que nació al considerar que sería positivo para su evolución intentando recuperar los primeros recuerdos de su vida. Ahora mismo se encuentra en una fase estable de su enfermedad, con lagunas en su memoria a corto plazo pero con un deterioro cognitivo causado por el Alzhéimer en estado leve o moderado.

El alivio de las medidas contra el COVID en las residencias de mayores, que también se aplica en los centros de día, se lleva a cabo únicamente en los municipios que se encuentren en un nivel medio o medio-bajo de restricciones de la pandemia. En el área sanitaria de Vigo, por tanto, se establece en todos los concellos salvo en Gondomar y Salceda de Caselas, que están todavía con restricciones altas debido a la elevada incidencia del virus.

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