Que conozcas al detalle el funcionamiento de los deportes de los Juegos Olímpicos observando la pantalla de tu teléfono móvil mientras sigues la competición en el televisor. Es la pretensión que ha emanado de la viguesa Xela Dafauce Bouzó (24 de enero de 1997). Graduada en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte, cursó un máster en Hull (Inglaterra) sobre fisiología clínica del ejercicio. Fue en el país anglosajón donde, acompañada por dos amigos, presentó la idea al concurso Sports Change Makers, organizado por Panasonic en colaboración con el Comité Olímpico Internacional, el Comité Paralímpico Internacional y el Comité Organizador de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Tokio. El proyecto fue un éxito: consiguieron vencer en la fase nacional y en la europea, celebrada en París. Ahora, con la ayuda de 12 ingenieros japoneses de la marca de tecnología que patrocina el certamen, trabajan para perfeccionar el prototipo que representará a Europa: será presentado en la sede del evento deportivo el próximo verano –si la pandemia lo permite–. Allí, competirán con las escuadras de Japón, China y Estados Unidos. La iniciativa ganadora se implantará en el siguiente compromiso olímpico –París 2024–.
“El objetivo es que la gente pueda entender los deportes a la vez que los disfruta”
“El objetivo es que los deportes lleguen a toda la población, que pueda entenderlos a la vez que los disfruta. En las Olimpiadas, hay muchas disciplinas que la gente desconoce, como puede ser la lucha libre, a la que me he dedicado profesionalmente; no sabe cómo se logra un punto, por qué gana una persona u otra, o las reglas. Con esta herramienta, esa información la tendrán al segundo en la palma de su mano. Es una manera de contribuir a que se promocionen más prácticas que el fútbol y que obtengan más apoyos”, señala la joven, que no puede concretar la manera en la que se está implementando la idea porque la voluntad del equipo es darla a conocer públicamente en Tokio en 2021, cuando se celebren los Juegos Olímpicos, previstos para el verano de 2020 y pospuestos por la pandemia.
“En marzo, iremos a Japón a probar el prototipo; está casi acabado”
“Tenemos reuniones con los ingenieros cada dos semanas para ver qué podemos mejorar. Trabajamos en el proyecto desde el pasado mes de febrero. En marzo, si la situación sanitaria es favorable, iremos a Japón a probar el prototipo, que está casi acabado”, anota antes de comentar que es una “pasada” la experiencia que está viviendo. “Participar y haber llegado tan lejos ya es un premio enorme; es genial poder ver mi idea hecha realidad”, dice.
Xela Dafauce es un claro ejemplo de un problema que se ha cronificado en España: la fuga de talentos. Después de tres años académicos excelentes en la carrera, cursada en la Universidad de Granada, obtuvo una beca para estudiar cuarto en Australia, donde, además de continuar su formación, hizo prácticas en un grupo de investigación de la Universidad de Sídney. “Gané mucha experiencia y engordé el currículo. Al volver, no me pude matricular en ningún máster porque el inicio y el final del curso no coinciden con España. Yo quería hacer alguno en el que se relacionase el deporte con la medicina, pero, para ello, tendría que irme al extranjero. Y así fue: me mudé a Hull a estudiar un máster en fisiología clínica del ejercicio”, relata esta joven viguesa, que, con un 9,17 de nota media, consiguió colgarse la medalla de mejor expediente de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte de todo el país en la generación que finalizó sus estudios el año pasado. Se lo ha reconocido la Sociedad Española de Excelencia Académica (SEDEA), una entidad de ámbito nacional cuya misión principal es identificar y acreditar a los mejores graduados, poniéndolos en valor y contribuyendo desde múltiples enfoques al éxito laboral.
Sin embargo, a pesar de ofrecer en su carta de presentación una trayectoria impecable, potenciada con vivencias más allá de nuestras fronteras –incluso ha trabajado en un hospital inglés en la rehabilitación cardíaca de pacientes–, ninguna universidad española le ha ofrecido las condiciones oportunas para realizar un doctorado. “Un profesor me sugirió que podía hacer el doctorado con él, pero tenía que cursar un máster al mismo tiempo y corría el riesgo de no cobrar nada si no recibía la beca del Estado, que no estaba asegurada”, asevera, a la vez que describe cómo fue su búsqueda de empleo en España: “No encontraba nada. Y eso que mandaba el currículo para desempeñar puestos que no se correspondían con mi formación, como puede ser monitora de gimnasio. Estaba desesperada”, argumenta Xela.
Una oportunidad en Gales
En Gales, sí han sabido reconocer su esfuerzo: estudiará el doctorado en Cardiff. “Me pagan muy bien y es muy interesante: sobre los efectos de un tratamiento de ejercicio físico y estatinas –medicación para el colesterol– en la prevención de enfermedades cardiovasculares. El contrato es de tres años, empezaré ya en el mes de enero”, adelanta.
La joven confiesa que es una “pena” que se tenga que marchar al extranjero. Su futuro en España pasa por la implementación del deporte en la medicina, algo que, por ahora, ve lejano. “Volvería si encontrase estabilidad; en Vigo, tengo a mis amigos y familiares”, expone minutos antes de subirse a un avión hacia las islas británicas tras pasar unos días en la metrópolis olívica.
