¿Qué puedo decir de Rodrigo Arbones que no sepan? Mi relación con Rodrigo se remonta a muchos años atrás y su confianza en mí se mantuvo inquebrantable a lo largo de todo este tiempo, algo que siempre le agradecí. A finales de los años 70 me llamó para que le acompañara en la directiva del Real Club Celta de Vigo, un ofrecimiento que me vi obligado a rechazar por motivos profesionales. Algo más tarde, en 1992, volvió a llamarme, esta vez para que le acompañara y apoyara en el proyecto que tenía para el Real Club Náutico de Vigo. Ahí sí que accedí y recuerdo esos cuatro años con mucho cariño, pese a que el club -también entonces- atravesaba una situación complicada, que Rodrigo supo enderezar. Con su trabajo y una visión avanzada de la entidad, logró asentar las bases que han convertido al Náutico de Vigo en el referente deportivo que es hoy en día.

Rodrigo era exuberante en sus manifestaciones y entrañable en las distancias cortas. Su sentido del humor era una de las cualidades más sobresalientes de este trabajador incansable, enamorado de Vigo y de su gente. Incombustible y fiel, tengo grabada en mi memoria su presencia en las últimas asambleas, apoyando medidas que él sabía que, aunque no muy populares, eran lo mejor para la supervivencia del club que tanto quería. Su apoyo fue determinante para que salieran adelante.

Por esto, y por muchas otras cosas más que la tristeza irá rescatando con el paso de las horas, siento una enorme pena en esta despedida tan brutal por inesperada. Vigo pierde a un ciudadano honesto y activista. El Real Club Náutico de Vigo pierde a un referente del pasado, a un activo del presente y a un diseñador del futuro. Y yo, José Antonio, pierdo a un amigo, a un compañero y a un consejero. Pierdo a Rodrigo. La ciudad, el club y yo mismo le echaremos de menos.

NOTA: El funeral se celebra este miércoles a las 19.00 horas en la iglesia parroquial de Nuestra Señora de La Soledad.