Antes de que pudiera dar el pistoletazo de salida a la tramitación administrativa del proyecto que tiene ilusionado a toda la cúpula directiva de Praza da Estrela, Enrique López Veiga prefirió contar con el visto bueno de Puertos del Estado. Tras recibir la aprobación del máximo responsable de esta institución, Francisco Toledo, el Puerto reflejó el presupuesto para esta obra dentro del listado del plan de inversiones y sin más pérdida de tiempo sus técnicos se pusieron con urgencia a elaborar el pliego de condiciones para la asistencia técnica.
A punto de culminarse esta documentación, este concurso será licitado por importe de poco menos de 300.000 euros. De este montante, más de la mitad lo absorbe el estudio de impacto ambiental que deberá realizar la consultora ganadora, y el motivo por el cual ni siquiera la licitación para construirlo podría efectuarse antes de un año. Una cuestión esta de tiempo que no parece importarle al dirigente portuario alegar que precisamente por su carácter de concienciador medioambiental la gestión burocrática vinculada a este singular complejo "tiene que ser escrupulosamente respetuosa con el medio ambiente".
Tampoco tendría otra opción. Por las directrices que se marcan en el pliego del concurso, los "Peiraos do Solpor" han cobrado una envergadura que dista mucho de aquellos estrambóticos pantalanes de los que colgaban cuerdas en la esquina de la terminal Ro-Ro que directivos del Puerto, motivados por su jefe, comenzaron a pintarrajear en un folio hace ya dos años. Con la alianza de expertos de la Universidad de Vigo en la perfección de esos microarrecifes y una subvenciones europeas que se dan por seguras tras el galardón del "Oscar" -"Estoy convencido de que no nos costará ni un duro", vaticina el presidente-, la actuación ahora propuesta derrocha ambición. Como muestra, la configuración de partida exigida para lograr el ecosistema natural "disponiendo tres extensiones que parten del dique exterior hacia la ría unidas entre sí por una sección central".
Serán estas extensiones pilotadas sobre el agua y de madera de donde partan esas cuerdas "de batea", solo que en lugar de rebozarlas de cría de mejillón llevarán suspendidos esos módulos diseñados por los expertos universitarios generadores de vida marina. De esta forma se creará un muelle paseable a lo largo y ancho que según las directrices reseñadas en el citado pliego incluirán "varios" observatorios submarinos. Así los visitantes podrán seguir la regeneración de fondos de zostera marina y el crecimiento de macroalgas por la acción de microarrecifes artificiales made in Vigo.